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Adiós al horóscopo

EL ELECTRÓN LIBRE // MANUEL LOZANO LEYVA

* Catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla

¿Por qué este periódico no tiene horóscopo? Apuesto a que mis colegas escribidores que lo elaboran, incluido el siempre imprevisible Reig, responderían cosas así: este es un medio progresista y lo último que haría alguien de izquierdas es engañar al pueblo; no hay ni una sola prueba científica que sustente las predicciones astrológicas; los horóscopos de los otros periódicos los suelen hacer, a su aire, becarios precarios (sinónimos) en prácticas; la obsesión por conocer el futuro sustenta el conservadurismo; etcétera. Seguramente todo es correcto, pero incompleto.

En esencia, los astrólogos lo que han hecho y hacen creer si todavía existieran de verdad, es que los acontecimientos pasados, presentes y futuros (cuya adivinación es la que mejor se paga) están influidos por los cuerpos celestes, en particular, planetas. Por lo pronto, un astrólogo jamás ha explicado las razones por las que una predicción suya falla. Jamás. Y fallan más que aciertan, como se podría demostrar matemáticamente. Pero no hay que enfadarse, porque se puede pensar que los que yerran simplemente son malos astrólogos. Pues no, ni mucho menos.

Para que una cosa influya en otra, ambas han de interaccionar de alguna manera. ¿Qué significa interaccionar? Intercambiar algo. Un objeto celeste interacciona con nosotros gravitatoriamente o electromagnéticamente. Esto quiere decir que nos envía luz o nos atrae por la fuerza de la gravedad, o ambas cosas a la vez. La Luna provoca las mareas, por lo que si es capaz de mover las inmensas cantidades de agua de los mares y océanos, bien pudiera suceder que su poderío nos altere o influya de alguna forma también a nosotros ¿no? No. Pensemos en una persona que pesa 75 kilogramos. Ésta es una medida de la fuerza que ejerce la Tierra sobre esa persona en su superficie. La Luna la atrae 22 miligramos. Júpiter, con lo grandioso que es, apenas le resta unas décimas de miligramos. Se puede decir que es poco, sí, pero que algo es algo. Ni hablar. Lo que dicen los astrólogos es que lo que nos influye es el cambio de las posiciones relativas de los planetas. Pues las diferencias de esos miligramos en comparación con nuestro peso conforme se mueve un planeta en su órbita lejana y casi circular ya son mil millonésimas de miligramos. De la luz ni hablamos, porque la influencia de los fotones que nos llegan de esos planetas es obviamente menor que la de la atracción gravitatoria y creo que no es necesario explicarlo. Todo esto es hablando de efecto directo sobre el presente, no digamos ya sobre el futuro.

El número de programas de radio y televisión dedicado a la astrología es estremecedor y las páginas de los periódicos dedicadas al horóscopo las leen millones de personas. ¿No es bonito que un periódico descuelle en la marejada de majadería?

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