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Tectología

EL JUEGO DE LA CIENCIA // CARLO FRABETTI

En mi anterior columna (Ciencia y prosperidad, 16-1-11) se coló la errata –o lapsus cálami– "tectología" por "tecnología". Pero resulta que la tectología existe (por eso el programa de corrección de mi ordenador no subrayó en rojo el error y me pasó inadvertido: dependemos en demasía de las prótesis informáticas), y un lector pensó que el era una sutileza (ver blog). Suposición razonable la del sagaz lector, pues mi artículo aludía a la excesiva compartimentación de las distintas partes del árbol de la ciencia, y la tectología va precisamente de eso; o contra eso, más bien, pues pretende unificar las diversas ramas del saber.

La tectología o ciencia de la organización universal fue propuesta en los años veinte del siglo pasado por Alexander Bogdanov (1873-1928), científico, filósofo, activista político y escritor ruso que alcanzó gran notoriedad en su época y hoy es prácticamente desconocido, a pesar de que se le considera el precursor de la cibernética y de la teoría de sistemas. Pues la idea que subyace a la tectología es la de que todas las ciencias (y no solo las "duras" sino también las llamadas ciencias sociales) son, en última instancia, sistemas de relaciones presididos por análogos principios organizativos.

Bogdanov fue la personificación de sus propias teorías (o sus teorías fueron la expresión de su propia personalidad), pues cultivó sin solución de continuidad numerosas ramas del conocimiento y de la actividad creativa. Entre otras cosas, fue uno de los pioneros de la ciencia ficción (género que no adquiriría entidad propia hasta los años treinta), y su novela más famosa, Estrella roja (1908), una utopía ambientada en el planeta Marte, anticipa cuestiones y problemas que no se plantearían hasta mucho después, como la automatización de la producción, la fisión nuclear, la superpoblación o el agotamiento de los recursos naturales.

Tal vez convenga aclarar que nuestro hombre no tiene nada que ver con el célebre caso Bogdanov. En 2002, una serie de artículos de física teórica publicados por los hermanos gemelos Igor y Grichka Bogdanov en prestigiosas revistas especializadas dieron lugar a un amplio debate, que saltó del ámbito científico a los grandes medios de comunicación, al considerar algunos físicos que tales artículos (en los que se proponía una teoría capaz de explicar lo ocurrido antes del Big Bang) no eran más que una broma urdida por los excéntricos gemelos para burlarse de los criterios de validación de las revistas científicas. Pero esa es otra historia...

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