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Océano alegre

VENTANA DE OTROS OJOS // MIGUEL DELIBES DE CASTRO

Si la exploración de la vida en los ecosistemas terrestres tiene que depararnos aún muchas sorpresas, digamos que, en términos relativos, el estudio de los ecosistemas marinos acaba de empezar. El océano es mucho más extenso que los continentes, menos accesible, más complejo y además ha recibido tradicionalmente mucha menos atención. No deben sorprendernos, por tanto, los reiterados hallazgos de biodiversidad marina que desafían cuanto previamente suponíamos. Pero, aceptando que conocemos mal el inventario de los actores, ¿qué decir del argumento de la obra que se representa en los océanos? Baste un ejemplo: hace tan sólo veinte años, o poco más, se desconocía la existencia de un par de organismos microscópicos que son responsables, por sí solos, del 40% de la producción primaria en el mar.

Hace muy pocos años unos jóvenes colegas españoles nos sorprendieron trayendo a la primera página de las mejores publicaciones científicas mundiales la noticia de que en el océano parecía predominar la respiración sobre la producción. "No sólo el mar respira, sino que respira mucho más de lo que pensábamos", explicó Carlos Duarte, responsable del grupo. Varios amigos no naturalistas me llamaron, intrigados: "Oye, esto de la respiración del océano será una metáfora, ¿verdad?". Costaba hacerles entender que no. Los procesos de producción, en el mar y en nuestro cuerpo, fijan carbono y liberan oxígeno (en realidad, nosotros lo hacemos utilizando a las plantas), pero, para eso, tanto el mar como nosotros mismos necesitamos obtener energía a través de la respiración, en la que se consume oxígeno y se libera CO2. Respiramos los organismos y respiran también los ecosistemas.

Aquélla fue una de las investigaciones de Carlos Duarte que tuvo más impacto mediático, y si la recuerdo ahora es porque acaban de conceder a su autor, con todo merecimiento, el Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina en Ciencias y Tecnologías de los Recursos Naturales. A Carlos, muy joven aún, nada del océano le es ajeno, y sus inquietudes se vuelcan actualmente en el estudio del cambio climático y el papel del mar en el mismo. Por eso hoy me imagino a todos los océanos del mundo una pizquita más alegres que de costumbre, ya que, de alguna forma, con el premio a Carlos se les ha premiado a ellos.
– ¿Acaso sugieres que, además de respirar, los océanos sonríen?
– En fin, dispensen el atrevimiento; en esta ocasión sí que intentaba hacer una metáfora.

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