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La conquista de Eurasia (II)

ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

*Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana en Burgos

El yacimiento de Dmanisi se localiza en la República de Georgia, apenas a 90 kilómetros al sur de la capital, Tbilisi, y no lejos de la gran barrera montañosa del Cáucaso. Los fósiles humanos encontrados en este yacimiento tienen una antigüedad algo superior a 1,7 millones de años. La sorpresa que supuso encontrar homínidos fuera de África a comienzos del Pleistoceno inferior fue pequeña en comparación a la perplejidad que causó el aspecto de los fósiles humanos. El tamaño del cerebro de los cinco cráneos encontrados hasta la fecha se mueve en el rango de 600 a 800 cm3, muy lejos de los 900 que se asumía para los primeros exploradores de Eurasia. La industria de piedra asociada a los homínidos de Dmanisi es muy primitiva y similar a la que fabricaba la especie africana Homo habilis. Los restos del esqueleto indican que la estatura de los homínidos georgianos era pequeña (unos 150 cm) y la relación entre el tamaño corporal y el tamaño del cerebro permite obtener un coeficiente de encefalización muy bajo y también similar al de Homo habilis. Algunos rasgos anatómicos del húmero sugieren que los homínidos de Dmanisi conservaban la capacidad de trepar con facilidad.

Todos los esquemas asumidos en las teorías sobre las primeras ocupaciones humanas de Eurasia se hicieron añicos con los sucesivos hallazgos en Dmanisi. Lejos quedan ya las ideas de que la conquista de Eurasia ocurrió hace tan sólo un millón de años por homínidos de elevada estatura, cerebro grande y tecnología más compleja que la de Homo habilis. Hace dos millones de años, a finales del Plioceno, el desierto del Sahara todavía no se había extendido lo suficiente hacia el este como para actuar de barrera infranqueable para los homínidos africanos. Debemos asumir que en aquella época los homínidos se expandieron poco a poco hacia el norte de África por el Gran Valle del Rift y alcanzaron su prolongación asiática en el valle del Jordán. Más tarde llegarían a la región del sur del Cáucaso, que a finales del Plioceno disfrutaba de un clima templado y húmedo, muy favorable para la vida de aquellos homínidos.

La primera ocupación del continente eurasiático no tuvo así nada que ver con la épica de las conquistas propias de nuestra especie. Una simple ampliación del territorio que requerían las especies del género Homo, con sus nuevas adaptaciones a las regiones de sabana y bosque abierto, y con una dieta menos vegetariana que la de los australopitecos. Una vez ocupada la región Próximo Oriente, se produjo pronto una expansión demográfica hacia el resto de Asia y Europa. Pero el camino no era fácil y tan sólo se produjo a través de corredores muy estrechos, circunstancia que tuvo consecuencias muy interesantes para la evolución del género Homo a partir de entonces en Eurasia.

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