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El primer problema de la ciencia

DE PUERTAS ADENTRO // MARÍA ÁNGELES DURÁN

* Profesora de investigación del CSIC

Al contrario de lo que mucha gente piensa, el principal problema para el avance de la ciencia en España no es la falta de dinero. Tampoco es la escasez de vocaciones científicas, ni la falta de cualificación de sus investigadores. Lo que realmente frena y colapsa el desarrollo de la ciencia es la burocracia, la carga del aparato creado teóricamente para preservar el buen funcionamiento y la correcta aplicación de los recursos disponibles.

Aunque para el observador ajeno el avance científico se perciba como un proceso continuo y acumulativo, en realidad se produce a base de pequeños saltos o acumulaciones, constituidos por los proyectos de investigación. Ni las universidades ni el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) tienen fondos propios para investigar, por lo que dependen de otras entidades, nacionales o internacionales, que son las que marcan los calendarios y los criterios de funcionamiento. Los proyectos de investigación tienen una media de dos o tres años; para plazos más breves, es prácticamente imposible poner en marcha la lenta maquinaria administrativa, si hay que contar con personal o algún recurso externo, y no da tiempo a realizar el estudio correspondiente.

En consecuencia, no sólo las empresas privadas, sino numerosas entidades públicas que preferirían contratar con los centros públicos de investigación, tienen que recurrir a consultoras privadas, de gestión más ágil y eficaz. Por poner un ejemplo, entre finales de noviembre y finales de marzo es habitual que permanezcan inoperativas las cajas, por el cierre de ejercicio, lo que retrasa las compras y el pago a los proveedores. Las contrataciones de personal son siempre complicadas, porque entran en conflicto dos principios organizativos: por una parte, el general de la Administración Pública que presupone estabilidad a sus trabajadores; y de otra, la temporalidad de los proyectos de investigación, que impone ciclos cortos y discontinuos de producción, con intervalos de varios meses de incertidumbre sobre la continuidad de los equipos.

Esta dificultad para sacar adelante la investigación, con los lentos y dificultosos procedimientos, es una de las principales razones –aunque no la única– que ha llevado a las universidades a constituir sus propias fundaciones, como un mecanismo de adaptación a una sociedad que evoluciona más rápidamente que su Administración Pública. El CSIC, la más grande de las instituciones públicas de investigación en España, esta estrenando una nueva fórmula organizativa, la de agencia estatal. De que sea capaz, o no, de utilizarla para desprenderse de este lastre depende el futuro de la ciencia en España, aún más que del aumento de sus presupuestos.

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