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Atapuerca - Sima de los Huesos (I)

Orígenes // José María Bermúdez de Castro

*Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, Burgos

El yacimiento de la Sima de los Huesos se localiza en el interior del sistema de cavidades del karst de la Sierra de Atapuerca, de la provincia de Burgos. En las próximas columnas quiero describir y descubrir a los lectores uno de los lugares más importantes del mundo para el estudio de la evolución humana. En esta sima, situada a unos 40 metros de profundidad y de poco más de 20 metros cuadrados, se han recuperado hasta la fecha más de 6.000 restos fósiles de una especie humana extinguida: el Homo heidelbergensis.

Esta especie fue nombrada en 1908 por el alemán Otto Schoetensack a partir del hallazgo de una mandíbula humana en los arenales del río Neckar, a su paso por la pequeña localidad de Mauer. Durante 90 años, esta mandíbula fue considerada como el fósil humano más antiguo de Europa. Aunque nunca ha sido posible obtener un dato cuantitativo mediante técnicas de datación, se asume que la mandíbula de Mauer podría tener en torno al medio millón de años de antigüedad, a juzgar por la fauna fósil asociada.

Ya sabemos que en 1997 se publicó la especie Homo antecessor, descubierta y nombrada por el Equipo Investigador de Atapuerca, que entonces hizo retroceder en 400.000 años la llegada de los primeros homínidos al continente europeo. La especie Homo heidelbergensis tuvo vigencia durante muchos años, hasta que los paleoantropólogos de los años sesenta del siglo XX decidieron simplificar la filogenia del género Homo, reconociendo sólo tres especies: habilis, erectus y sapiens, que seguían una trayectoria evolutiva lineal.

La vieja mandíbula de Mauer y otros fósiles europeos de una antigüedad similar, como el cráneo de Steinheim (Alemania), Petralona (Grecia) y Swanscombe (Reino Unido) quedaron en una especie de limbo evolutivo y fueron clasificados de manera informal en el grupo de los pre-sapiens. Ciertamente, estos fósiles no se parecían a los erectus, pero tampoco podían incluirse con facilidad dentro de nuestra especie.

Hace unos veinte años, algunos investigadores decidieron abandonar la idea de una filogenia lineal y simple del género Homo. Por ejemplo, los neandertales comenzaron a distinguirse como especie (Homo neanderthalensis) distinta de Homo sapiens, con la que habría compartido una especie ancestral común. Se buscó entonces en el baúl de los recuerdos y se recuperó la vieja denominación de Homo heidelbergensis para nombrar a ese ancestro común.

En esos años, la colección de fósiles humanos encontrados en la Sima de los Huesos ya contaba con dos centenares de fósiles muy fragmentados y con una datación incierta. Nadie imaginaba entonces que este yacimiento iba a contar con la colección de fósiles humanos más numerosa jamás hallada en ningún otro lugar, y que tendría mucho que decir sobre nuestros orígenes y sobre la biología de una especie extinguida.

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