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Los anagramas de Galileo

EL JUEGO DE LA CIENCIA //CARLO FRABETTI

*Escritor y matemático

En agosto de 1610, Galileo le envió a Julián de Médicis el siguiente mensaje cifrado: SMAISMRMILMEPOETALEUMIBUNENUGTTAURIAS, un anagrama de la frase que anunciaba su último descubrimiento astronómico. El significado oculto del mensaje era: ALTISSIMUM PLANETAM TERGEMINUM OBSERVAVI (He observado el planeta más alto en triple forma). Se refería a Saturno (Urano, Neptuno y Plutón aún no habían sido descubiertos), y Galileo, a causa de la insuficiente potencia de su telescopio, había tomado los extremos de su anillo por un par de satélites. Antes de que Galileo revelara su significado, Kepler intentó descifrar el anagrama y halló una solución que él mismo calificó de "bárbaro verso latino": SALVE UMBISTINEUM GEMINATUM MARTIA PROLES (Salve, furiosos gemelos, prole de Marte). De este modo, Kepler llegó a la conclusión de que Galileo había descubierto un par de satélites marcianos. Lo asombroso del caso es que, como hoy sabemos, Marte tiene, efectivamente, dos pequeñas lunas (bastante furiosas, por cierto); pero ni Kepler ni Galileo podían conocer su existencia, puesto que no fueron descubiertas hasta 1877.

Unos meses después, Galileo le envió otro anagrama a Julián de Médicis: HAEC IMMATURA A ME IAM FRUSTRA LEGUNTUROY, cuyo significado oculto era: CYNTHIAE FIGURAS AEMULATUR MATER AMORUM (La madre del amor emula las figuras de Cynthia). La madre del amor es Venus, y Cynthia es un nombre poético de la Luna: Galileo había descubierto que el segundo planeta mostraba unas fases cíclicas análogas a las lunares. También en este caso intentó Kepler descifrar el anagrama antes de que Galileo revelara su significado, y de nuevo halló una solución distinta: MACULA RUFA IN JOVE EST GYRATUR MATHEM ETC (En Júpiter hay una mancha roja que gira matemáticamente). Y de nuevo la "errónea" solución de Kepler resultaba cierta: en Júpiter hay, efectivamente, una gran mancha roja que gira de forma regular, y que no sería descubierta hasta 1885.

La probabilidad de que un anagrama de más de treinta letras admita por puro azar una segunda reordenación significativa, y de que ese significado intruso se corresponda con un hecho real desconocido en el momento de redactar y descifrar el mensaje, es tan pequeña que invita a buscar algún tipo de explicación oculta (que, huelga señalarlo, no es lo mismo que ocultista). ¿Y qué decir del hecho de que algo tan sumamente improbable ocurra dos veces seguidas, con los mismos protagonistas y con pocos meses de diferencia?

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