La ciencia es la única noticia

El fin de la cultura encuadernada

VIDA 3.0 // JUAN VARELA

* Director del blog ‘Periodistas21’

La revolución digital llega a libros, editores y escritores. Tras las noticias, la música o el cine, el big bang digital comienza a alcanzar a los libros cuando sólo un 9% se venden en España en formato digital y las entrevistas literarias rebosan diatribas apocalípticas sobre el fin de la lectura y la literatura.

El texto ya no es sólo letra. Es una acción, un enlace a otros contenidos, una clave informática y hermenéutica, un elemento de la multimedia. El texto ya no es fin. Es parte del proceso y del código digital. El texto ya no es propiedad sólo de sus autores. También de sus lectores, comentaristas, remezcladores y fans. Somos una sociedad de autores donde el libro y el texto ya no son un objeto (producto) y un fin en sí mismos, sino parte de la cadena de la creación, la comunicación, el conocimiento y la literatura. El texto y los libros son ahora abiertos, conectados, sociales y multimedia. Esa es la gran revolución del texto y el libro. La preocupación por el libro digital está animada por Google Books, el gran proyecto de biblioteca digital mundial; la aparición de Kindle, enésimo intento de iPod de los libros, y los temores de editores y escritores de que su tiempo se acaba.

La revolución del texto digital no está en que un libro no sea las 49 páginas de la definición tradicional de la Unesco, ni en su acceso en pantalla, del cacharro donde se lea o de que los lectores y los agregadores sociales sean mejor filtro que los malos editores que han saturado el mercado hasta lo inabarcable: en 2006 sólo se vendieron el 68% de los libros editados y muchos títulos no llegan jamás al escaparate de una librería. Tampoco en la obsoleta indagación sobre las viejas habilidades y concentración lectora de los escolares.

La revolución digital es un seísmo cultural e histórico como el que la imprenta provocó a la cultura oral. Acaba con medio milenio de cultura del libro y su asociación con la autoría individual, la propiedad intelectual, la obra completa y perfecta al ser encuadernada y comercializada como obra finita. El texto digital es dialógico, dinámico, social, enlazado, abierto y maleable. La obra es movimiento y proceso, como soñaron tantos vanguardistas. La economía de la atención es una cultura de bits y de trozos, fragmentada, sin el recogimiento del papel, pero también de búsqueda, de evaluación individual y social, y de comunicación. Las obras vuelven a ser, como en los viejos tiempos, comentadas y compartidas.

Cultura abierta. Esa es la revolución, no el fin del libro ni las cuitas de autores y editores. La muerte del autor anunciada por Roland Barthes si los escritores no conciben otras obras para nuevos lectores.

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