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El número mágico: 0,7

ZOOLOGÍA PLAYERA // AMBROSIO GARCÍA LEAL

* Biólogo e investigador de la sexualidad humana

La vestimenta tiende a exagerar las diferencias sexuales, pero incluso en la playa, donde se muestra más de lo que se tapa, es fácil reconocer de un vistazo el sexo de cada cual (incluso de espaldas). Los primatólogos suelen decir que el dimorfismo sexual humano es poco significativo, pero esto sólo es cierto en lo que respecta al tamaño corporal. Es verdad que no somos como los gorilas o los orangutanes, cuyos machos doblan en tamaño a las hembras, pero otros parámetros anatómicos más sutiles que la estatura exhiben un dimorfismo sexual mucho más marcado. Es el caso de la razón cintura/cadera, seguramente el criterio de atractivo femenino más estricto. Por ejemplo, si se comparan las medidas de la exuberante Marilyn Monroe (91-61-87) con las de la grácil Audrey Hepburn (80-56-79) se constata que ambos mitos eróticos tenían la misma razón cintura/cadera: 0,7. Lo mismo vale para todas las mujeres de constitución normal (ni obesas ni anoréxicas) en edad fértil, cuyas razones cintura/cadera se concentran en torno a este número mágico.

Fetichistas de las cinturas

En ningún tiempo ni lugar han estado de moda las siluetas femeninas androides (con razones cintura/cadera por encima de 0,85). Como ocurre en otras especies, los machos protohumanos seguramente preferían las hembras rollizas antes que las flacas. Pero una hembra con una acentuada curva de la felicidad era sospechosa de estar embarazada (lo que la convertía en no fecundable). La selección natural podía haber creado fetichistas de los michelines, igual que creó fetichistas de las mamas engrosadas (otro rasgo confundible con un síntoma de embarazo). En vez de eso creó fetichistas de las cinturas de avispa, lo que sugiere que este criterio de belleza es muy antiguo y anterior a la evolución de la familia nuclear.

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