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Mírame a los ojos

CIENCIA DE PEGA // MIGUEL ÁNGEL SABADELL

Muchos habremos oído hablar alguna vez de una terapia llamada iridología, cuyos practicantes afirman ser capaces de diagnosticar todo tipo de enfermedades simplemente mirando el iris de los ojos. ¿Es cierto? La respuesta la conocemos desde hace tiempo.

En 1979 se realizó una prueba a Bernard Jensen, uno de los más importantes iridólogos estadounidenses. Decía haber trabajado con más de 350.000 pacientes a lo largo de casi 50 años y afirmaba que la iridología revelaba las debilidades y fortalezas de los tejidos del mismo modo que sus necesidades químicas y nutricionales. En su librito Iridología simplificada relacionaba más de 30 enfermedades, incluida la artritis, obesidad, tuberculosis o las piedras en la vesícula, con deficiencias minerales.

Jensen y otros dos iridólogos fueron puestos a prueba mostrándoles fotografías de los iris de 143 pacientes, algunos con severos problemas en el riñón y otros sin evidencia de este tipo de problemas. Cuando se les pidió que identificaran quiénes eran los pacientes con patología renal, los tres fallaron en sus diagnósticos.

En 1988, cinco iridólogos holandeses se sometieron a un test similar. Se les pidió que identificaran a 39 pacientes con piedras en la vesícula –y que fueron operados al día siguiente de obtener la foto de su iris– de otras 39 personas que no las tenían. Los iridólogos no acertaron más de lo que cualquiera hubiera hecho tirando una moneda al aire, es decir, la mitad de las veces. Lo más interesante es que además no coincidieron en sus diagnósticos, que sería al menos lo esperable. Si la iridología estuviera correctamente establecida, aunque fuera errónea, todos los participantes deberían haber diagnosticado más o menos lo mismo. Este tipo de resultado es común en todas las pseudociencias, como
la astrología.

También a este respecto se han realizado pruebas para evaluar su fiabilidad. En este caso, se entregaron a los astrólogos las fechas y horas de nacimiento de diversas personas, de las cuales debían determinar si eran extrovertidos o introvertidos. El resultado fue el mismo: no sólo no acertaron, sino que tampoco estuvieron de acuerdo en
sus predicciones.

La iridología y la astrología se encuentran, a nivel científico, a la misma altura: no han probado su validez, sino todo lo contrario. Por mucho que a algunos les duela.

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