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Especies amenazadas

NATURALEZA // FERNANDO HIRALDO

* Director de la Estación Biológica de Doñana (CSIC)

Los científicos que estudiaban especies amenazadas hace años, lo tenían fácil para determinar los factores responsables de los descensos poblacionales. El camino hacia la extinción se solía iniciar por una sola y obvia causa: persecución o explotación excesiva, reducción o profunda alteración de sus hábitats y contaminación. En la actualidad, los investigadores lo tienen más difícil. La mayor parte de las especies amenazadas se ven afectadas por multitud de factores. A los tradicionales hay que sumar los relacionados con la intensificación de las formas de cultivos, los nuevos contaminantes, las especies invasoras, la pérdida de variabilidad genética y todos los complejos problemas ecológicos y de comportamiento relacionados con poblaciones pequeñas y aisladas.

Conocer el papel real de cada uno –y cómo un factor puede potenciar la acción de los otros– suele ser complicado; y su dificultad aumenta, porque el pequeño tamaño de las poblaciones hace tremendamente difícil la toma de un número suficiente de datos que permita usar los potentes tratamientos estadísticos necesarios para desentrañar esta maraña. Ahora bien, cuando todo queda identificado, llega la dificultad real: la de los técnicos en conservación. Si una especie ha reducido mucho su población y además está fragmentada –caso de la mayor parte de las especies amenazadas en España– conseguir su recuperación, aunque se inviertan muchos fondos y se tomen las medidas correctas, será un proceso difícil, largo y de resultado incierto. Desgraciadamente esto no suele entenderse en una sociedad que vive de urgencias y plazos cortos y acepta mal la incertidumbre. En una situación así, quizá resulta tranquilizador culpar a los técnicos de lo que ha sido responsabilidad de todos: no cuidar adecuadamente el medio donde vivimos.

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