La ciencia es la única noticia

Feliz año nuevo

ÁTOMOS CARGADOS // JAVIER YANES

Me nubla el cráneo la sospecha de que todo ese ritual nocheviejuno –deglución de uvas entre bocanada y campanada, matasuegras mojados en vino carbónico, adolescentes ahogando a Emidio Tucci en el barril de amontillado, resacas de plusmarca olímpica– no son más que fórmulas para demarcar una frontera ficticia.

Porque, ¿en qué se diferencia el 1 de enero del 31 diciembre? El mismo frío (o no), la misma calor, la misma rutina. El verdadero año empieza entre septiembre y octubre: curso nuevo, vida nueva, o vieja, pero más morenos, viajados, descansados y apareados (o no).

Con cambios tan perceptibles, ahora que todo es punto algo, no sé por qué nadie propone que a esta segunda parte del año se la bautice: 2008.2. Yo, por uno –siento el anglicismo, que a uno le sale la vena borgiana–, formulo ahora mis propósitos de año nuevo: ProMETO (acrónimo de PROcuraré Mantener Estos Tímidos Objetivos) seguir sin creer en el parto acuático ni en el de plenilunio, en los cascos budistas para motoristas o en el inminente fin del mundo.

Pero también ProMETO seguir confesando mi ignorancia y no acallar mis escasos borborigmos intelectuales con pretensiones de buscar anomalías neuronales en la fe, mecanismos bioquímicos en flechazos y pasiones, o egoísmos genéticos en el amor a mis hijos. Todo esto me inspira que me la transpira. Seguiré riéndome de mí y descangayándome con casi todo. Y mantendré alto el pabellón que agitaba Jorge Cafrune hasta que lo atropelló la Triple A (o no): "Es una falsa experiencia vivir temblándole a todo. Cada cual tiene su modo; la rebelión es mi ciencia". Y la contrarrebelión. O no.

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