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El abuelo de Darwin

EL JUEGO DE LA CIENCIA // CARLOS FRABETTI

* Escritor y matemático

Al celebrar el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin, sería injusto olvidar a su abuelo Erasmus. Médico, científico, filósofo, inventor, poeta, Erasmus Darwin (1731-1802) fue uno de los precursores de la teoría de la evolución, y expuso sus ideas en una singular obra en verso titulada Zoonomía, que ejercería una gran influencia sobre su nieto Charles cuando la leyó a los 17 años. Masón afín a los illuminati y racionalista acérrimo, Erasmus Darwin fue uno de los fundadores de la Sociedad Lunar, que entre 1765 y 1813 celebraría en Birmingham sus reuniones mensuales (las noches de luna llena, de ahí su nombre). Entre los "lunáticos" –como ellos mismos se autodenominaban– más asiduos estaban, además del propio Erasmus, James Watt, Matthew Boulton y Joseph Priestley, y algunos ilustres estadounidenses, como Benjamin Franklin o el mismísimo Thomas Jefferson, mantuvieron estrechas relaciones con la Sociedad Lunar e incluso asistieron a algunas de sus reuniones.

Cuando, diez años después de leer Zoonomía, el joven Charles Darwin llegó a las islas Galápagos a bordo del Beagle y descubrió catorce especies distintas de pinzones adaptadas a diferentes tipos de alimentación, sin duda las elucubraciones evolucionistas de su abuelo le indicaron la dirección en la que debía seguir investigando. Se ha hablado mucho –y no sin razón– de la influencia de Malthus y de Lyell en el joven Darwin, pero, paradójicamente, se suele pasar por alto la de su propio abuelo. Se ha llegado incluso a calificar a Erasmus Darwin de lamarquiano con total desprecio de la cronología, puesto que Lamarck expuso su teoría de la evolución en 1809, siete años después de la muerte de Erasmus y, casualmente, el mismo año del nacimiento de Charles. Sería más correcto calificar a Lamarck de darwiniano (aunque habría que aclarar a qué Darwin se refiere el adjetivo).

Cuando estalló la Revolución Francesa, Erasmus y los demás miembros de la Sociedad Lunar se pusieron del lado de los revolucionarios, como no podía ser de otra manera, puesto que ellos mismos eran los promotores de la otra gran revolución de la época: la Revolución Industrial. El hijo de James Watt (que impidió un duelo entre Danton y Robespierre) fue acusado en la conservadora Inglaterra de ser un agente francés, y lo mismo les ocurrió a Joseph Priestley -el descubridor del oxígeno- y a otros "lunáticos", que en 1791, cuando estaban reunidos para celebrar el segundo aniversario de la toma de la Bastilla, a punto estuvieron de ser linchados por una multitud enfurecida. ¿Capitaneada, tal vez, por la Pimpinela Escarlata?

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