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Mark Twain y el diseño inteligente

VENTANA DE OTROS OJOS // MIGUEL DELIBES DE CASTRO

* Profesor de Investigación del CSIC

No sé si estoy en lo cierto, pero me da la impresión de que muchos escritores satíricos de hoy, al menos en España, son más bien retrógrados. Recuerdo, sin ir más lejos, rancios comentarios, presuntamente humorísticos y con gran éxito en algunos sectores, sobre las ministras de Zapatero, la extinción de los linces, el cambio climático "inventado por los japoneses" (¡por el protocolo de Kioto!), etc. A veces, uno añora plumillas con mentes tan frescas como la de Mark Twain, que hace más de un siglo ya se reía del "diseño inteligente".

Sí, estoy al tanto de que en la época de Mark Twain el "diseño inteligente" aún no existía. O eso podría pensarse, dado que tal denominación es reciente, apenas tiene dos décadas. Pero la idea subyacente de una inteligencia superior, diseñadora y responsable del orden y la complejidad del mundo natural, se remonta cuando menos a los griegos, y seguramente más atrás. La mordacidad del creador de Tom Sawyer y Huckleberry Finn se dirigía, precisamente, a la hipótesis de que todos los seres que existen o han existido alguna vez tuvieran una finalidad y, de alguna forma, apuntaran a la postrera irrupción de la especie humana en la Tierra.

Twain (que en realidad se llamaba Samuel Clemens) sugería que estaba previsto que llegara a existir el ser humano, pero también, obviamente, que al hacerlo pudiera comer ostras y peces. Pero claro, las ostras no surgen de la nada, así que antes "había que fabricar a los antepasados de la ostra, y eso tampoco se consigue de la noche a la mañana". Durante millones de años fueron necesarios montones de invertebrados de múltiples tipos, que en su mayoría no darían lugar a sabrosas ostras y se extinguirían como experimentos fallidos. ¿Y los peces? Diseñar los peces que habrían de alimentarnos tuvo que ser aún más complicado, ya que durante millones de años debieron existir grandes bosques de helechos arborescentes, cuyo objetivo no sería otro que ¡transformarse en carbón, imprescindible para cocinar los peces! "Cuando al fin llegó el mono, todos pudieron ver que el hombre andaba cerca".

A la postre existió la ostra, ironiza Twain, y "es razonablemente seguro que se apresurara a concluir que los diecinueve millones de años transcurridos hasta entonces habían sido una preparación precisamente para ella; porque así son las ostras, los animales más engreídos después del hombre". Como bien saben, en 2009 celebramos los 200 años del nacimiento de Charles Darwin y los 150 de la publicación del Origen de las especies. También en 2009 se cumplen 130 años de la visita que Samuel Clemens rindió a Darwin, que lo admiraba, en su casa de Down.

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