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Minimemez biorrítmica

CIENCIA DE PEGA // MIGUEL ÁNGEL SABADELL

Una de las historias más absurdas de la larga historia de los números es la protagonizada por un cirujano berlinés de nombre Wilhelm Fliess, un hombre obsesionado con dos números. Estaba convencido que detrás de todo proceso biológico había dos ciclos fundamentales: uno masculino, con una duración de 23 días, y otro femenino, de 28. Hoy no sabríamos nada de él y sus locuras numerológicas si no hubiera sido el mejor amigo y confidente de Sigmund Freud justamente en su época de máxima creatividad, desde 1890 a 1900, periodo que culminaría con su famoso libro La interpretación de los sueños. Según cuenta Martin Gardner, la relación entre ambos fue muy extraña, neurótica, y con fuertes corrientes homosexuales soterradas.

Fliess creía que cualquier persona era en esencia bisexual... reprimido. La componente masculina se encontraría sintonizada al ciclo de 23 días y la femenina al de 28 –ojo con confundirlo con el ciclo menstrual–. Por otro lado, estos ciclos estaban íntimamente relacionados con la mucosa de la nariz. Fliess creyó haber encontrado una relación entre las irritaciones de la nariz y toda clase de síntomas neuróticos e irregularidades sexuales. Como médico que era, diagnosticaba estas enfermedades inspeccionando la nariz.

Freud creyó que moriría a los 51 años –la suma de 23 y 28– porque Fleiss le dijo que sería su edad más crítica. Años más tarde, por culpa de rencillas y envidias, su amistad se rompió.

Fliess escribió muchos libros sobre su idea de los ciclos. De su obra más importante, El decurso de la vida, un volumen de 584 páginas que Gardner acertadamente bautiza como "obra maestra de la excentricidad germánica". Al final del libro aparecen multitud de tablas donde Fliess pretende demostrar que con sus dos números mágicos se pueden obtener todos los ciclos de la naturaleza.

La popularidad de los ciclos de Fliess creció, y sus discípulos añadieron un tercero de 33 días, al que llamaron "el ciclo intelectual". Con él se completa lo que hoy se conoce como biorritmos, la mayor tontería numerológica del siglo XX.

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