La ciencia es la única noticia

Las cartas de Galois

EL ELECTRÓN LIBRE // MANUEL LOZANO LEYVA

La madrugada del 30 de mayo de 1832, en una carta dirigida por el remitente a dos amigos, se podía leer: "He sido provocado por dos patriotas... Me es imposible rehusar. Os ruego vuestro perdón por no habéroslo dicho, pero mis adversarios me han exigido palabras de honor de no informar a ningún patriota. Vuestra tarea es sencilla: demostrad que he de combatir contra mi voluntad tras haber agotado todos los medios posibles; decid si soy capaz de mentir ni siquiera en lo más baladí. Por favor, recordadme, ya que el destino no me ha dado vida bastante para ser recordado por mi patria. Muero amigo vuestro, É. Galois".

El tal Évariste Galois le escribió a otro amigo acompañando la carta con un fajo de hojas llenas de símbolos matemáticos: "He hecho algunos descubrimientos. El primero concierne a la teoría de ecuaciones; los otros, a las funciones enteras. En teoría de ecuaciones he investigado las condiciones de solubilidad por medio de radicales; con ello he tenido ocasión de profundizar en esta teoría y describir todas las transformaciones posibles en una ecuación, aun cuando no sea posible resolverla por radicales. Todo ello puede verse aquí, en tres memorias... Haz petición pública a Jacobi o a Gauss para que den su opinión, no acerca de la veracidad, sino sobre la importancia de estos teoremas. Confío en que después algunos hombres encuentren de provecho organizar todo este embrollo". En una tercera carta, aún más crípticamente, decía: "Muero víctima de una coqueta infame y de sus dos encandilados".
Al amanecer de esa noche, Galois salió de su pensión parisina y se enfrentó en duelo de honor a un agitador político llamado Pécheux d’Herbinville al borde de un estanque cercano. Galois recibió un balazo en el abdomen y allí lo dejaron tirado. Lo encontraron más tarde unos transeúntes y lo llevaron a un hospital donde murió un día después entre intensos dolores y habiendo rechazado los servicios de un sacerdote. El joven contaba con veinte años de edad. Sus manuscritos, después de muchos avatares, se publicaron catorce años después y entonces se pudo desarrollar una rama fecunda de la matemática que sería esencial para la física y que se llamó Teoría de Grupos.
Las cartas de la última noche de Galois las considero sugerentes por mil razones. La mil una es porque es frecuente desdeñar las capacidades vitales e intelectuales que puede tener un joven de veinte años. Además, en menos de dos siglos aquellas no han cambiado, y si lo han hecho, seguramente han ido a más. Galois no era un genio, no tuvo una formación esmerada, era tan noble, chulo y enardecido como un buen porcentaje de jóvenes de hoy. Por mi oficio, convivo con veinteañeros y a menudo alguno me recuerda a Galois. Pienso en lo que puede dar de sí y sonrío para mis adentros, porque me entra ternura.

Más Noticias