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Los líderes actúan

ORÍGENES // JOSÉ MARÍA BERMÚDEZ DE CASTRO

* Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, Burgos

Como sucede en todas las especies de primates sociales, nuestros ancestros se han organizado en tribus de una treintena de individuos bajo la dirección de un líder. Su actuación era esencial para la armonía interna del grupo y la defensa del territorio. Hemos dejado atrás los tiempos de la prehistoria, pero el liderazgo sigue teniendo los mismos fundamentos biológicos. No obstante, ahora somos miles de millones de seres humanos, provistos de una rica diversidad de culturas y separados por las fronteras que hemos ido estableciendo en los últimos miles de años. Finalmente, hemos alcanzado un grado evolutivo social, que hemos acordado en denominar globalización.

La biología del liderazgo no ha cambiado, pero las circunstancias que influyen en este aspecto esencial de nuestro comportamiento modifican su papel en las sociedades en una enorme diversidad de formas, motivo de estudios y ensayos profundos. Durante la mayor parte de la historia, el liderazgo ha estado ligado al terreno de lo militar, que es la versión más puramente biológica y, por tanto, más próxima a su papel en la prehistoria. El liderazgo de la política tampoco se aleja demasiado de la prehistoria (los chimpancés también practican la política), pero añade un fuerte componente intelectual a su práctica. En ambos casos, el liderazgo tiende con frecuencia al modelo de gobierno que se conoce como dictadura. Pero en nuestro actual mundo globalizado el concepto de liderazgo ha alcanzado una complejidad muy difícil de analizar y comprender.

El 6 de enero todos recibimos un gran regalo con la noticia de la liberación de Juantxo López de Uralde. La frase de la pancarta que él y otros miembros de Greenpeace exhibieron en Copenhague es la síntesis más perfecta y simple que se podía ofrecer de la situación actual. El tiempo de las palabras está pasando y nos queda ya muy poco margen para una acción de efectos paliativos.

Si la mayoría de los políticos que han gobernado en estos años y los que lo hacen en la actualidad se hubieran comportado como verdaderos líderes en su sentido más puro, quizá la situación no fuera tan preocupante. Sin embargo, desde hace cierto tiempo existen nuevas formas de liderazgo que no se ocupan de la armonía de los grupos o de la defensa de los individuos. Estas nuevas formas tienen unos intereses que no responden al bien común y dominan claramente la situación. De ahí que a los líderes políticos nos les quede más que la retórica de las buenas palabras y su increíble inacción. Nuestro actual modelo de sociedad está caduco y, lo queramos o no, pronto entraremos en una dinámica diferente. Nuestro planeta, nuestro único hogar, tiene unos límites de tolerancia, que ya se han sobrepasado de largo.

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