Ciudad Popular

España y Catalunya: dialéctica entre independentismo y cambio político (II)

  1. La progresiva hegemonía del independentismo estimulada por las cúpulas políticas españolistas.

En Catalunya, la consulta y la independencia, oscurecen las contradicciones de la sociedad catalana. Las políticas públicas de la Generalitat no solo no proponen políticas alternativas sociales y económicas ni para España ni para Catalunya. Tampoco el gobierno catalán, ni CiU ni ERC, proponen una democratización profunda de las instituciones de gobierno, ni en el ámbito ejecutivo ni legislativo. No se han desarrollado los instrumentos legales participativos, empezando por la ley electoral y la simplificación del ordenamiento territorial, a pesar de ser obligaciones derivadas del Estatut[8]. Obviamente no ha desarrollado ni facilitado la iniciativa legislativa popular, el presupuesto participativo, el voto programático que puede forzar la dimisión de los cargos políticos electos si no cumplen sus promesas, etc. La consulta popular se elaboró y aprobó precipitadamente para hacer posible el 9 N.

El régimen politico hoy es ya pasado y lo representa un gobierno cadáver politico acostado en la cima del Estado. La cuestión catalana le sirve de coartada ante los pueblos de España para intentar orientar el malestar contra Catalunya siguiendo el estilo de los "progroms", convertir en chivos expiatorios a grupos sociales o étnicos. Sin llegar a estos extremos el sentimiento anticatalán y su contrario, el antiespañol se han desarrollado lo cual es una regresión democràtica que puede llegar a ser trágica. Por lo demás la confluencia de los procesos democráticos en el conjunto del Estado, entre Catalunya y el conjunto de los pueblos de España, es indispensable tanto para promover un cambio del sistema político español actual como para que éste sea capaz de dialogar con Catalunya.

Por su parte el movimiento popular catalán independentista, que hegemoniza absolutamente la política catalanista visible, no ha ido más allá de su carácter expresivo, no se ha convertido en instrumento transformador[9]. Por lo tanto quizás tiene futuro pero en el presente su propia agitación independentista lo inmoviliza pues necesita la convergencia con los pueblos de España que haga posible el cambio político en el conjunto del Estado. Y también hay que contar que una parte importante de los ciudadanos catalanes que no aceptan la situación actual y quieren la consulta son muy dubitativos o incluso contrarios a la independencia.

2. Inicio de una nueva etapa

El 9 N ha sido una victoria del "soberanismo" y del presidente Mas. Pero también una prueba de las limitaciones del movimiento popular catalán. El gobierno español se agarra al poder, aparece como el gran defensor de la "unidad de España" y utiliza la cuestión catalana para intentar mantenerse a pesar de estar desahuciado. La movilización social expresiva no puede repetirse ad infinitud. La hegemonización por parte del independentismo, facilitada por la incompetencia provocadora del PP, permite constatar su fuerza, pero también sus límites, puesto que por ahora no llega al 50% y no hay indicios que a corto plazo pueda alcanzarlo. Lo cual no permite deducir de ello el resultado de una consulta o referéndum formal. El independentismo acentúa el descrédito del gobierno del PP pero no puede integrar a los sectores que no lo comparten y que defienden la consulta. La reciente propuesta de Mas acentúa la opción independentista que tiene la ventaja de acentuar la incompetencia y la debilidad del gobierno del PP pero que nos separa de la ciudadanía española. Resultado: cualquier declaración parlamentaria de independencia o requiere negociación y pacto para ser efectiva o se requiere una fuerza insurgente que la conquiste y sea aceptada en el contexto internacional, especialmente europeo.

Un gobierno que no fuera ni PP ni PSOE (si tenemos en cuenta que el adn de ambos está altamente contaminado de españolismo rancio) podría seguramente abrir una vía intermedia. Y es aquí que intervienen Podemos y otras fuerzas sociales, políticas y culturales. Su presencia en Catalunya no va a ser testimonial o exótica. En el caso de Podemos parece que puede obtener un voto importante en Catalunya que además lo necesita si quiere tener posibilidades de ganar las elecciones generales. Su presencia puede ser positiva pues como explica muy bien Xavier Doménech[10] su posición a favor de la consulta, incluída la posibilidad de la independencia y su apertura a un díalogo asumiendo muchas de las reivindicaciones catalanas no lo enfrenta con el independentismo y ofrece una salida a la ciudadanía de Catalunya que no es independentista. Lo cual haría posible que se expresara una voluntad política ampliamente mayoritaria que unificara independentistas y demócratas en la convocatoria del referéndum, similar a Québec o Escocia, que se eligiera entre la independencia o un statutus que le atribuya competencias propias de su personalidad nacional.

En resumen: para resolver la cuestión catalana hay que abordar el problema de España por medio de un cambio profundo del Estado español, lo cual exige superar el régimen político derivado de la transición. ¿Es ahora una coyuntura favorable? Obviamente no basta con la movilización social y institucional catalana para generar este cambio. Solamente pueden hacerlo el conjunto de los pueblos de España, por medio de movilizaciones y de elecciones. Un momento clave puede ser quizás el de las elecciones municipales.

3. Catalunya y la independencia: ¿medio o fin?

Catalunya no puede expresarse únicamente sobre la base de la independencia. Necesita el cambio político en España y también converger y ser entendida por la probable mayoría de la ciudadanía española que no soporta el sistema actual.[11] Pero para ello hay romper el desencuentro entre la ciudadanía catalana movilizada y los ciudadanos españoles que

La etapa anterior se inició en el 2010 con la aberrante sentencia del Tribunal Constitucional. Fue protesta primero, luego rechazo del actual modelo político y legal, se concretó en el derecho a decidir y luego el independentismo lideró la movilización popular. Ha dominado la orientación "nacionalista" con su enorme carga emocional, lo cual ha sido enormemente movilizadora a pesar del liderazgo político del catalanismo moderado y sus políticas sociales neoliberales. Hemos vivido unos años de movilización "expresiva", que ha creado instrumentos de intervención política, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) principalmente, pero cuya representación la ha asumido el Govern de la Generalitat y especialmente el President. La movilización que exigía el reconocimiento parece que por ahora no pueda dar más de sí, a menos que no promueva una nueva estrategia que después del 9 N debería ser de "desobediencia civil", lo cual no parece que haya un liderazgo potente alternativo La alternativa es asumir la iniciativa política de la Generalitat y de los partidos, teniendo en cuenta que entramos en un período de dos años, 2015 y 2016, marcados por las elecciones.

La propuesta del president Mas se apoya en tres pilares. Uno: la victoria táctica del 9 N frente al Gobierno del PP y la propuesta de elecciones plebiscitarias. Dos, la "lista única" soberanista, o en su defecto más de una lista pero con el objetivo compartido de declaración de independencia como razón de ser de la legislatura. Tres: pacto de gobierno para una legislatura de 18 meses. Lo cual le permite asumir la dirección de un proceso de "unidad catalana por el derecho a decidir y la independencia" para los dos años próximos y una salida airosa frente a las demandas de elecciones inmediatas como quiere ERC y las izquierdas implicadas en el movimiento popular catalán. Mas, su Govern y Convegencia no mandan en la calle, ahí está la ANC y las organizaciones sociales, etc. Tampoco parece que puedan ganar unas elecciones a corto plazo. Pero la propuesta crea una telaraña que encierra a ANC y a ERC en la agenda del President. Quien propone i diseña un proceso unitario lo lidera. Vivimos en un mundo de ilusiones y en política las ilusiones forman parte de cualquier proceso, más aún en una situación de emoción colectiva, y en situaciones como la que vivimos tienen mucho peso, el horizonte de la independencia de pronto aparece como visible, para el año 2016.[12] Con su propuesta Mas se garantiza dos años de liderazgo político tanto con elecciones plebiscitarias o no.

Si se celebraran estas elecciones y ganara una mayoría parlamentaria independentista se podría hacer una declaración de independencia y propondría iniciar un período de negociación pero hay muchas posibilidades que fuera un brindis al sol ante la indiferencia del gobierno español. Incluso es posible que un gobierno del PP, con apoyo tácito o explícito del PSOE, actuara con más contundencia como la suspensión de la autonomía. Si en las elecciones plebiscitarias no ganara la independencia CiU argumentarían que se debería acumular más fuerzas internas y más apoyos externos y esperar un nuevo clima más propicio en España.

Conclusión: pronto o tarde, independencia o un nuevo status pactado, el objetivo político hoy es acabar con el gobierno del PP y el modelo o régimen politico de la transición. Cualquer escenario positivo de futuro para Catalunya requiere un escenario renovado en España. La reivindicación de la independencia debe ser primero un medio para liquidar el actual gobierno español, lo cual exige plantear ahora el derecho a decidir. Una vez el Estado español renovado acepta un díalogo con Catalunya y un referéndum legal se puede conseguir la independencia u otro tipo de relación. No es inmediato.

4.  Las izquierdas políticas integradas en el movimiento por el derecho a decidir han quedado descolocadas. Las federalistas ya lo estaban.

Las izquierdas no pueden encontrarse al margen del movimiento popular catalán, aunque es posible que su dinámica tenderá probablemente a acomodarse a la iniciativa "unitaria" que aparece liderada por el nacionalismo centrista. Pero las fuerzas de izquierdas tampoco pueden integrarse en el proyecto de Mas y su dominada por Convergencia y por ERC, bien en una lista común o dos similares En todo caso las izquierdas, sean ICV-EUiA, CUP, Podem, Procés constituent, Guanyem, no parece coherente que se integren o apoyen la propuesta del president de la Generalitat. No solo por las diferencias profundas sobre la organización del Estado y de los partidos, las políticas sociales y económicas y la relación con la ciudadanía y las organizaciones y movimientos sociales. Hay otra razón más concreta: consciente o no las elecciones plebiscitarias son tramposas. Sea cual sea el resultado éste no puede una declaración efectiva de independencia. Las izquierdas deben asumir el derecho a decidir y mantenerse sin reticencias en el movimiento popular catalán. Pero no deben contribuir a generar frustraciones. Sea cual sea la mayoría parlamentaria habrá un largo camino a recorrer, sea la independencia u otra solución satisfactoria para un pueblo que ha consolidado en el presente su sustrato nacional. Las izquierdas por coherencia deben mantener el derecho de autodeterminación, combatir el gobierno del PP y plantear una transformación democrática de la política y de la sociedad. Lo cual dependerá no solo de Catalunya, también del cambio que puede darse en España.

 

¿Pero dónde están las izquierdas políticas y como se relacionan entre sí? Ahora es pronto para adivinar como se reconstruirá el sistema de partidos en Catalunya. Aún es más difícil prever las formas consolidadas y su ubicación política de los movimientos sociales y las organizaciones políticas que no corresponden a los partidos convencionales como la ANC, Guanyem, Procés, Podem, CUP, sectores del socialismo, etc. Aparentemente el centro y centro izquierda parece más estructurado, Convergencia i Unió, Esquerra, PSC/PSOE. Tanto el centro derecha como el centro izquierda pueden crear un único bloque basado en alianzas parlamentarias o electorales o dos bloques distintos. Pero no parece fácil la convivencia entre los independentistas y los que no lo son. A la izquierda excepto, ICV-EUiA (y eventualmente un socialismo renovado), dominan formas en plena evolución, poco consolidadas orgánicamente pero muy dinámicas y en crecimiento. Por su naturaleza, casi experimental, son difíciles de prever. También se dividen sobre el independentismo, entre ellos y en su interior. En algunos casos compiten en el mismo espacio actores muy opuestos sobre la cuestión del independentismo: CUP y Podemos. También hay otra dicotomía, entre la política institucional, denominada "vieja política" y la política heredada de los movimientos sociales recientes, que se autodefinen como "nueva política". Una distinción propia del adanismo movimentista convencido que la historia empieza con él.[13] En teoría las izquierdas se podrían unificar sobre ejes distintos al independentismo como las elecciones municipales o en las campañas sobre los derechos democráticos y los conflictos sociales. Y converger aquí y con los pueblos de España. Debería ser posible, o en todo caso muy conveniente, que esta confluencia se diera en las municipales.

Las izquierdas movilizadas no poseen liderazgos potentes en el movimiento popular catalán[14]. La mayoría de las izquierdas sociales y políticas se han integrado en el movimiento popular catalán y una parte importante ha adherido al independentismo por convicción o instrumentalmente, en muchos casos por cansancio o indignación por las actitudes de los gobernantes españoles, las cúpulas políticas y burocráticas y la caverna mediática. Pero sin conseguir incluir en la agenda los objetivos sociales, los intereses propios de las clases populares y la democratización profunda de las instituciones. Parece que es el momento de que emerja "la cuestión social" como exponen Doménech, Búster y Raventós en el citado artículo de Sin Permiso. Lo cual no es fácil. Por ahora no tiene la fuerza movilizadora del independentismo.

Nota al margen. Recordemos una referencia histórica. Durante la guerra mundial las "resistencias" en Francia y en Italia crearon organismos políticos unitarios en los que se integraban democristianos, socialistas, comunistas, liberales y nacionalistas. Tanto el Conseil Nacional de la Resístance como el Consiglio de Liberazione Nazionale elaboraron programas detallados de reorganización del Estado y de transformación social y económica[15]. También en el Reino Unido se vinculaba el triunfo de la guerra con las políticas sociales como muestra el maravilloso film de Ken Loach, El espíritu del 45. En Cataluña se ha impuesto un liderazgo exclusivamente nacionalista y socialmente conservador, mientras no se demuestre lo contrario.

    5. Una nueva etapa marcada por las elecciones.

Además de las elecciones plebiscitarias, si es que se convocan y veremos si se realizan, hay las municipales en unos meses, las estatales en un año y medio si no se adelantan, y de nuevo las catalanas. Estas elecciones, además de sus especificidades, parecen que podrían estar destinadas a plantear una alternativa al régimen centralista y conservador monopolizado por el bipartidismo y un programa de transformación social y económica que sea una superación de la crisis a favor de las mayorías sociales. Y, con permiso de los nacionalistas catalanes, "independencia ¿para qué".[16]

La independencia es posible pero no es la única salida. Creo sinceramente que la independencia es un futuro posible y positivo para Catalunya pero también hay otros escenarios posibles y positivos en el marco de un Estado plurinacional y con competencias para Catalunya exclusivas (cultura, lengua, educación, sanidad, protección social, etc) o codecisorias (financieras, económicas, fiscales, infraestructuras, proyección internacional, etc). La cuestión de fondo hoy no es solamente la independencia o un status similar al de un estado confederado o federalizado. Y tampoco acabar con el régimen político derivado de la transición y degenerado por el proceso posterior. Son objetivos legítimos y necesarios. Pero hay algo más profundo y básico: como entendemos la democracia.

La cuestión clave es la democracia. Los partidos del sistema, PP y PSOE principalmente, han caricaturizado la democracia hasta límites propios del liberalismo conservador del siglo XIX. Identifican democracia con algunos derechos políticos en general basados en el individuo aislado (derecho a votar, a ser propietario y cliente, a opinar, etc) y con un marco legal que distingue entre derechos reales como los citados y derechos teóricos con valor universal pero no ejercitables (empleo, vivienda, educación por igual a todos, etc). El Estado de derecho en el caso español ha desarrollado un conjunto de leyes, decretos, reglamentos y prácticas políticas que han acentuado el carácter neoliberal o si lo prefieren antisocial, centralizador y no participativo. Y lo llaman democracia[17].

La democracia no es un sistema, y menos aún un marco político-jurídico rígido. La democracia es un proceso que avanza hacia mayores cotas de libertad e igualdad para todos los que viven en un territorio organizado en Estado. El llamado Estado de derecho, si se mantiene anquilosado, más aún si involuciona, se convierte en un obstáculo al desarrollo de los derechos legítimos de los ciudadanos.[18] Por favor, que nadie venga a decirnos que estamos en democracia por reivindicar la autodeterminación o los derechos sociales que hoy no pueden ejercer una parte creciente de la ciudadanía. Y menos aún que nos inflijan el discurso de que vivimos bajo el sistema que hemos querido y aprobado, el Estado de derecho y la Constitución sacralizados, cuando se utilizan para conculcar los derechos de las personas y de los pueblos.

La democracia no se reduce a las instituciones más o menos representativas del Estado y a los textos legales preexistentes. El dinamismo de la democracia depende de las dinámicas sociales y culturales y tiene a expandirse a todos los niveles de la vida política, económica, social y cultural de los pueblos y de los individuos. Reducirla al Estado o a la nación es empobrecerla.

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[8] Es especiálmente escandaloso la mala voluntad de CiU y de ERC respecto al sistema electoral. EL vigente, que aplica la legislación española, les favorece pues sobrevalora la Catalunya menos urbana y menos poblada respecto a las zonas metropolitanas, especialmente de Barcelona. En cúanto a la organización territorial se ha producido una inflación institucional con cinco niveles institucionales (municipios, comarcars, veguerias, provincias y comunidad autónoma), de los cuales solo el primero y el úlitmo son de elección directa. Resultado: opacidad, alto coste de funcionamiento y confusión de gestión.

[9] El sociólogo italiano,Alessandro Pizzorno distingue entre movimientos expresivos, instrumentales y transformadores. Los primeros exigen reconocimiento, los segundos se dotan de medios para forzar este reconocimiento mediante el conflicto y la negociación y los terceros promueven cambios sociocconómicos, políticos o culturales.

[10] Ver artículo citado en Sin Permiso del 17 de noviembre.

[11] El "soberanismo" debe entenderse como acto "soberano" o ejercicio del "derecho a decidir" o autodeterminación. La decisión resultante puede ser "independencia".o una forma renovada de relación con el Estado español.

[121] La Vanguardia titula en primera página, hoy 26 de noviembre, "Mas propone un plan para la independencia en 2016". Más explícito y provocador El País titula "Mas propone un plan para lograr la independencia en 18 meses".Ni más ni menos. Compren el plan de Mas y seremos libres... pero no iguales.

[13] Véase el inteligente artículo de Ismael Blanco,Nova Política per la confluencia? en Treball, noviembre 2014. El autor expone don cierta ironía que hay nueva política en la vieja, por lo menos en su historia, y vieja política en la nueva, prinicpalmente cuando el movimiento se estructura y entra en la competencia política y electoral.

[14] Entendemos por falta de liderazgo el carácter reductivo del movimiento popular catalán: independencia y basta. Las izquierdas políticas y sociales y sus líderes y cuadros se han integrado en la movilización por el derecho a decidir, una parte incluso se define como independentista , pero han ido, o hemos ido, a remolque de una ilusión más que de un objetivo concreto y posible, una aspiración que existía en estado latente o provocada por los gobernantes espanyoles pero que era más una expresión de deseo que una voluntad de conquista.

[15] Estos programas incluían la nacionalización de los bancos y de les grandes empresas de importancia estratégica, los derechos de los trabajadores, las políticas de reconstrucción, etc. En gran parte estos objetivos se realizaron y han sido incluso hasta hoy referentes para las fuerzas democráticas y progresistas (por cierto ¿no son lo mismo?)

[16] La pregunta es similar a la respuesta de Lenin a Fernando de los Ríos cuando éste reivindicaba el valor esencial de la democracia. Su respuesta en forma de pregunta era implícita: la democracia solo formal, no vale si no es acompañada de la democracia material, es decir no hay libertad sin igualdad, entendidos ambos conceptos relativamente.

[17] La Constitución española, expresión fundamental del Estado de derecho, contiene normas básicas que permetirían una evolución favorable a la transformación social y al control de sectores económicos estratégicos. Y también en un sentido de federalismo incluso asimétrico. Pero también cierra otras puertas como "la indisolubilidad de España" garantizada por las Fuerzas Armada, impuestas por la Casa Real y el Ejército, o bien interpretadas en un sentido conservador, como el derecho de propiedad, la economía de mercado y el trato a la Iglesia católica.

[18] Ver por ejemplo Stéfano Rodotá "Il diritto di avere diritti" (Laterza 2012). También podría titularse "El Estado de derecho contra los derechos". Así mismo Etienne Balibar: "Droit de cité.Culture et politique en democratie (2002), Proposition de l’égaliberté (2010), Citoyen sujet (2011) todos publicados por PUF, y especialmente Historical Dilemmas of Democracy and their Contemporany Relevance for Citenzship in the 21 st Century , publicado en Rethinking Marxism, nª 20, 20008.

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