Ciudadano autosuficiente

Cuatro mitos-trampa de la alimentación

comida

Jesús Alonso

Si hay una campeona de la infoxicación, esa es la alimentación. El espacio que les queda a los medios de comunicación después de la crónica politico-judicial está repleta de consejos, informaciones, admoniciones, reprimendas y hasta súplicas con respecto a la nutrición, que se resumen en una serie de mitos e ideas-fuerzas que atornillan a nuestros cerebros.  Pero como la sociedad de consumo no da puntada sin hilo, cada mito tiene asociada una forma determinada de generar valor para el accionista. Por ejemplo:

El mito del desayuno intenso. Repita conmigo: el desayuno es la comida más importante del día. En un país donde el desayuno tradicional ha sido una copa de aguardiente y luego un café sin más, con tejeringos los días de fiesta, esta afirmación preocupa lo suyo. ¿Quién tiene tiempo de hacerse un desayuno en condiciones antes de ir a trabajar? La solución del complejo alimentario-industrial son los cereales de desayuno, que no dan más trabajo que abrir la caja y llenar el cuenco. Estos cereales son una mezcla de azúcar y harinas refinadas, bien espolvoreadas de vitaminas y su parecido con un desayuno de verdad es nulo. Pero ahí los tenéis con una cuota de mercado creciente y una frase hecha que los padres dicen a su hijos: "tómate sus cereales".

El mito de las cinco raciones de frutas y verduras. Nadie puede tomarse cinco raciones diarias de frutas y verduras, a no ser algún tragón profesional. Imagínate cinco platos de brócoli (otro gran mito de la alimentación, previene el cáncer) juntos encima de una mesa. Pero nos queda la mala conciencia de que no tomamos las cinco raciones dichosas, y el complejo alimentario-industrial ha reaccionado de varias maneras: yogures con frutas, macarrones con verduras y el colmo: microbotellitas de plástico que equivalen a una pieza de fruta, pero que no son una pieza de fruta fresca, sino un líquido sospechoso que vale cinco veces más.

El mito de la alimentación equilibrada. Es decir, con la adecuada proporción de nutrientes y calorías, sea lo que sea que eso significa. Esto quiere decir que podemos ir por el mundo con una calculadora y una tabla de nutrientes, molestando a nuestros familiares y amigos, o bien confiar en el complejo alimentario industrial, repleto de productos que nos prometen "contribuir a una dieta equilibrada" o incluso ser "equilibrados" en sí mismos.

El mito de "el ritmo acelerado de la vida moderna no nos deja tiempo para cocinar". Esta es la gran justificación del complejo alimentario-industrial, que nos vende alimentos listos para comer tras pasar unos segundos dentro del microondas. Lo de la falta de tiempo no es verdad (salvo casos particulares, claro). Hace no muchos años se trabajaba 12 horas diarias, sábados y domingos incluidos, hombres y mujeres incluidos. Y la media de horas diarias dedicadas actualmente a ver TV es de tres o cuatro horas diarias, lo que equivale a tres cuartos de hora de anuncios: ¡tienes tiempo de sobra para hacer la comida!

Contra todos estos mitos-trampa, otro mito más benéfico: el de la dieta mediterránea o la comida del país. Consiste en comer alimentos (frescos o conservados) cocinados por nosotros mismos. Consulte libros de cocina tradicional o hable con sus personas mayores.

Nota final: buena parte de la comida industrial contribuye a la felicidad humana con productos como la galletas de chocolate o las sardinillas en conserva. Aquí nos referimos a la comida industrial espuria.

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