Ciudadano autosuficiente

A ti, que comes carne

salchichas

Por Yasmín Tárraga

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¿Y qué comes? Sin duda, esta es una de las preguntas que más he escuchado a lo largo de mi vida. Comida, esa suele ser mi respuesta. Lo que no ingiero es ningún tipo de carne (de vaca, de cerdo, pollo, pescado,...) y por ello soy vegetariana. ¿Por qué? Esencialmente por tres razones: por mi salud, por los animales y por el medio ambiente.

En los tiempos en los que vivimos, ser vegetariano es una práctica beneficiosa para todos que consiste en no ingerir carne animal de ningún tipo, centrando la alimentación en comidas de origen vegetal. Ovo-lacto-vegetarianos, ovo-vegetarianos, lacto-vegetarianos o veganos son algunas de las variantes del vegetarianismo. Incluso se habla de flexivegetarianos (dieta que se acerca al vegetarianismo, ya que incluye muy poca carne).

Pero es cierto que el vegetarianismo cada vez cobra más auge. Así que a ti, sí, a ti, que comes carne, voy a mostrarte una serie de razones por las que deberías hacerte vegetariano.

Tres razones para ser vegetariano

La primera: tu salud. Una buena dieta vegetariana es más beneficiosa que una basada en el consumo de carne y pescado. Es una alimentación que no nos expone a los tratamientos hormonales a los que son sometidos muchos animales destinados al consumo humano. Es rica en fibra, baja en grasas y previene multitud de enfermedades que se pueden contraer por el consumo excesivo de carne como la diabetes, la obesidad, o problemas cardiovasculares. Deberías dejar de pensar en la carne como la única fuente proteica. La mayor parte de las proteínas provienen de los vegetales.

La segunda: los animales. ¿Por qué queremos a los perros y nos comemos a los cerdos? La carne viene empaquetada de tal forma que la gente olvida fácilmente su procedencia. Debido al especismo (discriminación en función de la especie) y al beneficio que podemos obtener de su explotación, los animales son utilizados para servir a nuestros intereses. Millones de ellos mueren cada hora tras ser víctimas de la explotación como alimento, vestimenta, entretenimiento o modelos de laboratorio. Y sin duda el primer ámbito es el más representativo. En las ganaderías malviven animales con altos niveles de estrés y sufrimiento, inmovilizados y drogados, a los que se administran cócteles de hormonas (a pesar de algunas directivas de la UE) para que crezcan y engorden rápidamente y conseguir ganaderías más rentables, además de antibióticos para evitar que enfermen. Sí, ingerimos hormonas, antibióticos y sufrimiento. ¿Acaso sabes cómo se elabora el foie gras? Te aconsejo verlo en vídeo. Pero aviso, te taparás los ojos.

Y la tercera: el medio ambiente. La industria cárnica es uno de los mayores contaminantes del mundo. Son necesarios 25 kilogramos de pasto para producir 1 kilogramo de carne de ternera. Uno podría ducharse durante todo un año con el agua necesaria para producir un kilogramo de ternera. Increíble, ¿verdad? El consumo de carne agrava la mayoría de los problemas ambientales, como la deforestación, la erosión, la escasez de agua potable, la contaminación atmosférica y del agua, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

La ganadería libera importantes cantidades de dióxido de carbono que dañan el clima. A esto se le añade la deforestación y el consumo de agua generado para alimentar al ganado que se convertirá en alimento para los humanos (y que se podría utilizar para otros fines ya que cada año, la industria de la carne gasta millones de toneladas de granos que deberían estar alimentando a los millones de hambrientos). Además, para cultivar estas grandes cantidades de cereales se utilizan fertilizantes, pesticidas y compuestos tóxicos que dañan el medio ambiente. Y no olvidemos la gran distribución que hace contratar el suministro de lugares cada vez más lejanos para obtener precios más baratos, que incrementa la energía incorporada a los alimentos. Es decir, que a los gastos de producción hay que sumar los del transporte. Ingerimos hormonas, antibióticos, sufrimiento y contaminación.

‘’Guau’’. Dirán muchos. Y yo diré que estoy casi segura de que cada vez más gente cambiará su alimentación hacia una dieta más sostenible. Ya sea hacia el vegetarianismo o hacia la reducción del consumo de carne. Esto no es solo una moda, sino un estilo de vida respetuoso con los animales, el planeta y las personas. Llevar una dieta vegetariana parece una buena opción para contribuir a eso que todos queremos: cambiar el mundo. ¿No crees?

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