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Cinco cosas en las que tiramos el dinero… y cómo podemos dejar de hacerlo

Cinco cosas en las que tiramos el dinero… y cómo podemos dejar de hacerlo

Azúcar con...

Un kilo de azúcar blanquilla cuesta poco más de un euro en el supermercado, pero la mayor parte del azúcar que consumimos nos sale bastante más caro. Lo ingerimos mezclado con otros ingredientes en toda clase de productos, desde los cereales de desayuno al colacao.

En general el truco consiste en mezclar harinas, proteína de soja y aceite de palma con una base de azúcar, añadir saborizantes y texturizantes variados y vender el producto final a buen precio.

Por ejemplo, el colacao puede llevar la increíble cantidad de 75,1 gramos de azúcar por cada 100 gramos de producto y sale por 8 €/kg. Sale mucho más barato comprar cacao en polvo (unos 16 €/kg) y añadir leche y azúcar al gusto.

Los expertos recomiendan: echar un vistazo a la etiqueta. Lo más rápido es ver la cifra que figura en el apartado "Hidratos de carbono... De los cuales azúcares..." ya que da su cantidad total en el producto. La cantidad aceptable de azúcar varía entre 30 gramos por cada 100 gramos de producto en un sobao pasiego a menos de 5, o nada, en unos cereales de desayuno. Este truco es útil porque el azúcar suele estar enmascarado bajo diversas denominaciones: maltodextrina, sacarosa, jarabe de maíz, etc.

Poliéster y...

Los dos grandes materiales que maneja la industria de la ropa son el algodón y el poliéster, que tienen una relación oscilante en los mercados internacionales. Las prendas de ropa podrían ser 100% algodón o 100% poliéster, con sus precios acordes, pero el problema es que la industria utiliza de forma masiva mezclas de tejidos de ambos tipos. El resultado es una ropa de mala calidad, a precios solo aparentemente bajos y que una vez desechada es casi imposible de reciclar.

Los expertos recomiendan: como en el caso del azúcar, leer las etiquetas y rechazar la prendas que lleven mezcla de ingredientes. En general, es mejor la ropa de algodón 100% (u otros materiales de origen natural), y si es orgánico, mejor.

 

Detergentes (y sus tensioactivos)

La idea inicial parecía buena, multiplicar el poder limpiador del jabón añadiendo sustancias tensioactivas, capaces de separar la suciedad de la ropa con más eficacia. Pero luego el asunto se ha complicado tanto que estamos pagando mucho dinero por complejos productos que no funcionan mucho mejor que el jabón corriente.

Los expertos recomiendan: comparar precios (reducidos a euros por kilogramo) y rechazar los productos de composición muy compleja (con larguísimas listas de ingredientes) y/o provistos de etiquetas de alerta de peligrosidad (los rombos y triángulos de líneas rojas). Pueden ser de ayuda para distinguir los mejores productos para lavar las ecoetiquetas (como la Etiqueta Ecológica Europea).

Poliespán (poliestireno expandido, corcho blanco) que sobra

La misma cantidad de coliflor o de brócoli puede costar el doble si la compramos encajada en una bandeja de poliespán que si la adquirimos a granel o solo envuelta en film plástico. Lo mismo se aplica a infinidad de frutas, verduras, carnes y pescados. Pagamos bastante más por un producto (el corcho blanco) que habrá que tirar enseguida y que luego es un residuo difícil de separar y de reciclar.

Los expertos recomiendan: huir de las bandejas retractiladas y elegir alimentos frescos al peso. Recientemente, desde la entrada en vigor de la ley de envases y sus residuos, podemos ir tranquilamente al mercado con nuestros tápers para que coloquen ahí nuestras compras.

Gasoil (y gasolina)

El precio del gasoil y la gasolina desvela y preocupa a la mayoría de los españoles, excepto a las personas ricas y a las que no tienen coche. El precio de estos dos combustibles se construye diariamente sumando costes de extracción en países lejanos, transporte en buques tanque a lo largo de miles de kilómetros, refinado en enormes instalaciones, transporte hasta la última gasolinera y, no en último lugar, especulación financiera basada en la conflictividad internacional, pues las guerras determinan en buena parte el precio del gasoil y de la gasolina.

El problema es que un coche de motor de explosión alimentado con combustible petrolífero sale muy caro en términos de euros por kilómetro. En esta web del Ministerio para la Transición Ecológica se pueden ver los datos oficiales: casi 11 € por cada 100 km si gastamos gasolina, más de 9 si es gasóleo y menos de 4 si es electricidad en recarga doméstica. Incluso la recarga rápida sale a cuenta (6,5 €/100 km).

Los expertos recomiendan: no usar el coche para trayectos cortos cotidianos si se pueden usar otras alternativas más baratas, como el transporte público o la bicicleta. Si no existe esta posibilidad, plantearse cambiar el coche de motor térmico por el coche eléctrico más barato disponible.

 

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