Ciudadanos

Una gestión hipócrita de una ley hipócrita

SALOMÉ GARCÍA

Heredamos una ley hipócrita de una época en la que hacía falta hipocresía para legislar contra la moral católica. Sería ridículo pretender que en la España de 1985 –a menos de una década del fin de la dictadura– las fuerzas muy vivas de la derecha hubieran consentido un derecho para la mujer embarazada en lugar de algunos supuestos en los que abortar no fuera delito.

Mayor hipocresía demostró años después González –que hoy clama por una ley de plazos– al dejar para la fase terminal de su mandato una reforma despenalizadora que ya en 1995 era una reclamación social relevante. Nunca llegó a ver la luz.

Para hipocresía sin parangón, la del PP. Gobernó ocho años sin mentar la ley, con el silencio cómplice de asociaciones pro vida y cúpulas eclesiales que jamás protestaron por los más de 450.000 abortos que se llevaron a cabo en esa doble legislatura.

Hipócrita la Sanidad pública que permite a sus ginecólogos la objeción sobrevenida e inmediata, sin obligarles a registrarse como objetores o a practicar abortos gratuitos. Habría que ver si algunos de ellos completan sueldo en centros privados.
Hipócrita Zapatero por prometer una ley de plazos en su programa electoral de 2004 y ni pedir disculpas ahora por sostener que no hay demanda social para esa reforma. Y lenta la vicepresidenta por intervenir sólo cuando ya han sido acosadas 25 mujeres. Y eso por ahora.

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