Ciudadanos

Treinta años no es nada

ANTONIO AVENDAÑO

Las voces más agoreras sostienen que Izquierda Unida de Andalucía se romperá después de las elecciones. Tienen razón en ser agoreras, pero lo son con retraso: IU no es que vaya a romperse, es que ya está rota. Sus dirigentes históricos o bien no pueden verse unos a otros o bien han dejado de estar en primera línea, que es la única línea que de verdad cuenta en los partidos pequeños. Izquierda Unida ni siquiera necesita participar en debates cara a cara con sus adversarios: ya participa en los que ella organiza espontáneamente contra sí misma. Son pocos pero tienen un gran talento para partirse la cara los unos a los otros por nimiedades teóricas a las que nadie más echa cuenta. Me recuerdan a mi propia generación treinta años atrás, cuando en las asambleas de la Universidad de Bellaterra siempre acabábamos dejando la revolución permanente para otro día porque nunca lográbamos ponernos de acuerdo sobre si había que empezarla tomando primero el Rectorado y luego las fábricas o al revés. Al final, lo que sí hacíamos era tomarnos algo.

IU debe ser el único partido no extraparlamentario que lleva un revolucionario como cabeza de lista. Y no uno cualquiera, sino uno de verdad, de los de siempre, un revolucionario con pinta de revolucionario: barba desgreñada, camisa de felpa y mirada insomne. Sólo de imaginar a ese grupo parlamentario de IU liderado por el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, se le quitan a uno treinta años de encima. Juan Manuel sigue ejerciendo de líder jornalero andaluz en una tierra donde los jornaleros están dejando de ser andaluces para empezar a ser negros, moros o ecuatorianos. Y es que Juan Manuel es de los que piensan que lo que le gusta a la gente es ser pobre y no tener tele de plasma ni grabador de dvd.
Como el prudente Diego Valderas, coordinador de IU, no salga elegido por Huelva, malo. Malo para Diego, que no lo merecería; malo para IU, que volvería treinta años atrás de golpe; y malo para las fábricas y los rectorados, que tendrían los días contados.

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