Ciudadanos

Merecemos un poco de sangre

ANTONIO AVENDAÑO

Habrá cara a cara entre Chaves y Arenas mañana, y esta vez todo apunta a que habrá juego sucio. Datos, argumentos, insultos, ladridos y golpes bajos serán las armas con que ambos contendientes disputarán esa comprometida velada en la que los ciudadanos tenemos depositadas tantas esperanzas de ver un poco de sangre. A los periodistas, siempre tan falsotes, nos gusta reclamar públicamente juego limpio a los candidatos electorales, pero lo que queremos en verdad es todo lo contrario, labios partidos, cejas ensangrentadas, puñetazos en la barriga, codazos en el hígado. Las victorias por puntos son cosa de nenazas. Las buenas peleas deben acabar en KO y con unos cuantos dientes esparcidos sobre la lona.

Puede que Javier Arenas pierda el 9-M, pero intentará vender cara su derrota, y mañana es un buen día para ello. Ahora bien, el aspirante popular corre el mismo riesgo al que ha sucumbido su partido a lo largo de esta legislatura: el riesgo de pasarse de frenada, de llevar sus reproches y descalificaciones tan desmesuradamente lejos que acaben tornándose no sólo inverosímiles, sino incluso contrapoducentes.
Puede que Javier Arenas, siguiendo la turbia estela marcada por los medios más obsesivamente antisocialistas, intente cuestionar la honradez de Chaves mentándole vagos negocios familiares o irrisorias cuentas corrientes. Jugar con esas cartas sobadas es tentador, pero no suma, sino que resta. Querer hacer del presidente un taimado avaricioso o un artero traficante de influencias es un camino de perdición. Eso sería sangre fácil y el público no quiere eso. Quiere sangre, pero no fácil, sino trabajada, justa, merecida.

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