Ciudadanos

En boca cerrada

ISAAC ROSA

Se veía venir. Tantos años de morderse la lengua, de escuchar con cara de sello, de hacer esfuerzos para no reírse ni dormirse, y al final ha estallado. Son muchos años de protocolo feroz, de soportar interminables palabras de agradecimiento por su presencia, aburridas chácharas de peloteo a su figura, monótonas frases hechas a las que tenía que asistir como figura decorativa, mover la cabeza en gesto de aprobación, aplaudir al final.

Tanto ha callado que al final ha pedido que callen. "¿Por qué no te callas?", le ha soltado a otro jefe de Estado, con ademán torero, agarrándose a la silla, sujetadme que me pierdo.... Tal vez ha quedado inaugurada una nueva forma de presencia pública, una actitud diferente que hará que a partir de ahora sus interlocutores midan mejor sus palabras ante la posibilidad de ser reprendidos, mandados callar. El problema es que no ha pedido silencio ante el discurso de agradecimiento de un premiado, ni ante el pregón solemne de un alcalde cortesano, sino ante palabras que no le aburrían ni le daban risa, sino que le incomodaban y que era mejor acallar, como antes la portada de El Jueves o las rimas inofensivas de aquel rapero condenado.

Pues que tenga cuidado, que hemos tomado nota. Si el protocolo se rompe, que sepa que se rompe en ambas direcciones. A partir de ahora también le pueden exigir silencio a él. Imagínense, en la próxima Nochebuena, cuando comience su plomizo discurso navideño, miles de ciudadanos saliendo al balcón para gritar al unísono: "¿por qué no te callas?"

Más Noticias