Ciudadanos

Palabras para un juez

ANTONIO AVENDAÑO

Cuando la política se equivoca, el juicio que nos merece esa equivocación suele estar cortado por el mismo implacable patrón: lanzarse a la yugular del político que ha metido la pata y luego arrancarle la piel a tiras en la plaza pública. Cuando la justicia se equivoca, el juicio que nos merece esa equivocación es ambivalente. Quiere ser duro, pero tiende a ser indulgente y hasta compasivo.
El juez de Sevilla Rafael Tirado se ha equivocado gravemente, según todos los indicios. Todo en su actitud parece indicar, como mínimo, una temeraria falta de diligencia a la hora de realizar la parte más delicada y comprometida de su trabajo: ocuparse de encerrar a los malos. Y lo mismo le ha ocurrido al Consejo General del Poder Judicial, que inspeccionó el juzgado de Tirado y no vio nada. Pedazo de inspección. Si un error homologable a esos lo hubiera cometido un dirigente político de cualquier partido, el pobre tendría que irse de Eurasia. No juzgamos a la gente pública con igual severidad. Con los políticos gastamos una dureza que no aplicamos a los jueces, y ello a pesar de que los jueces son también un poder público. Tal vez sea porque los jueces nos imponen un cierto respeto, mientras que a los políticos se lo hemos perdido. El juez Tirado ha errado temerariamente, pero su error no desata nuestra ira, sino más bien nuestra compasión, pues sabemos que tendrá que vivir el resto de su vida acompañado por el doliente espectro de una niña que nunca debió morir.

Más Noticias