Ciudadanos

La plaga

JOANA BONET

Existen muchas parejas que al levantarse por la mañana no se ven. En algunas, su cualidad opaca procede de una crisis transitoria, pero en otras la melancolía amenaza como la carcoma y envejece el deseo. El desamor es una clase de muerte en vida. Hasta la llamada ley del divorcio express de 2005, si dos personas se casaban, pasara lo que pasara, no podían divorciarse hasta al cabo de un año –igual que un contrato de vivienda de alquiler-. Mucho debía de haber escondido tras los tapices de la vida de recién casados cuando el aumento de matrimonios disueltos antes de un año ha sido del 330.6%, y la cifra de rupturas en 2006 ha crecido un 74´3% respecto al 2005. Según la Iglesia, la culpa la tiene Zapatero que con su ley ha provocado una plaga de monogamias sucesivas, y apela al paternalismo del Estado para proteger y salvar matrimonios como si fueran ballenas en extinción. Insiste en que, a fuerza de colocar obstáculos legales, se garantiza la supervivencia de las familias, sin preguntarse en qué condiciones. El deterioro de los afectos es una bomba de relojería. Algunos cardenales denuncian "la libertad anárquica de aquellos que, si bien fueron libres para sellar su amor, no lo son para disolverlo." Su ingenuidad resulta temeraria. ¿De verdad creen que el amor es tan sencillo como una cuenta a plazo fijo?

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