Ciudadanos

Lo mejor de la política y lo peor del periodismo

ANTONIO AVENDAÑO

La red es un espacio de libertad rigurosamente descontrolada donde los políticos juegan a periodistas y los periodistas juegan a políticos. Ese intercambio de papeles es altamente saludable para ambas partes, pero el riesgo que corren unos y otros es muy desigual.

Los políticos son unos tipos a los que, con toda la razón del mundo, todo el mundo pide cuentas, mientras que los periodistas son justamente lo contrario, unos tipos a quienes nadie se atreve a pedir cuentas, entre otras razones porque la exigencia de cuentas es una tarea encomendada al periodismo y éste es tan celoso de lo suyo que suele hacer pagar un alto precio a quienes se atreven a exigirle lo que con tanta fruición él reclama a los demás. No hay más que ver cómo cumplen los periódicos o las televisiones las sentencias que les obligan a rectificar: a regañadientes, desdibujando y hasta burlándose de la propia rectificación o publicándola como es debido, sí, pero más bien un 15 de agosto o un Viernes Santo para que tenga el menor eco posible.
Es llamativo que sean los políticos de izquierdas quienes más se prodigan en la red y quienes con más escrupulosidad ejercen de periodistas elaborando unos blogs bien armados informativamente y bien trabados éticamente. Y no es menos llamativo que sean los periodistas de derechas no sólo quienes más ruido hacen en la red, sino quienes con más brutalidad ejercen de políticos sectarios publicando webs descaradamente alimentadas con bulos, insultos, rumores, amenazas, desplantes, bravuconerías y todo el odioso armamento retórico de la peor política española. Todo esto ocurre así tal vez porque detrás de los mejores políticos de izquierdas se oculta un buen periodista, mientras que detrás de los peores periodistas de derechas acecha un mal político. El milagro de la red ha hecho aflorar el alma secreta de unos y otros.

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