Ciudadanos

De perros y ratas

MAGDA BANDERA // periodista

Por la noche, los perros suelen portarse sorprendentemente bien. A esas horas es difícil encontrar a alguien regañando a su súbdito canino a grito pelado en la calle. En cambio, no es tan raro que alguno de ellos le suelte una arenga a su pobre chucho justo cuando más gente pasa alrededor. Se trata de dejar claro delante de todo el mundo quién tira de la correa. De momento, ningún afectado ha demandado a su amo por maltrato psicológico ni por ladrar más alto que él.

Afortunadamente, la Justicia humana, colapsos aparte, está algo más avanzada. La delegación de la Seguridad Social de Álava ha reconocido como accidente laboral el infarto que sufrió una mujer de 56 años tras una fuerte discusión con su jefe. No era la primera bronca, quizá tampoco la peor. Esta limpiadora llevaba años soportando los gritos y humillaciones de quien debía creerse su propietario.

El reconocimiento de este "accidente laboral" ha sido celebrado por CCOO, el sindicato que reclamó en favor de la trabajadora. Y la historia ha acabado bien, aunque la mujer sigue de baja. Pero, ¿qué habría sucedido si hubiera muerto a causa del infarto? ¿Habría acusado alguien a su negrero de homicidio involuntario? Lo más probable es que no, como también cuesta imaginar que los déspotas pulgosos sean incluidos en la lista de los departamentos de prevención de riesgos laborales. Por desgracia, sólo se ocupan de las desratizaciones ordinarias.

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