Bocadillos en su tinta

Dibujantes aficionados y grandes editoriales

Que el manga está presente en cualquier aspecto de la vida en Japón es algo que los seguidores de estos cómics ya saben. Para profundizar un poco más en la realidad nipona, la revista Wired publicó hace unos números un artículo de Daniel H. Pink bajo el título Japan, Ink: Inside the Manga Industrial Complex, que analiza un aspecto muy interesante de la creación de este tipo de historietas: la relación entre los dibujantes no profesionales, que publican dōjinshi (fanzines), y las grandes editoriales.

Portada WiredMuchos de esos creadores aficionados emplean personajes que aparecen en series de éxito, como Fullmetal Alchemist, y los utilizan para crear sus propias obras, en las que algunos no dudan en inventarse todo tipo de relaciones sentimentales entre los protagonistas. Además, estos dibujantes disponen de espacios donde poder vender sus obras, que incluso son colocadas en estanterías cercanas a los volúmenes originales en los que se inspiran.

Está claro que este tipo de creaciones viola la ley de propiedad intelectual. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurriría en Estados Unidos, las editoriales no emprenden acciones legales para evitar la difusión de esas publicaciones. De hecho, consideran que no merman las ventas del producto original, sino que incluso pueden aumentarlas ya que crean un mercado que arrastra a los lectores hasta la obra original. Además, es en estos ámbitos donde pueden descubrir a los nuevos talentos que serán las estrellas de estas editoriales en los próximos años.

De esta forma, según Wired, se establece un pacto entre los nuevos creadores, que evitan lanzar grandes tiradas de sus obras, y las editoriales, que hacen la vista gorda para asegurar su éxito en el futuro.

Y así, todos contentos. La pregunta que ahora cabe formularse es: ¿Se podría exportar este modelo a otros países?

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