Lo natural es moverse

Lo natural es moverse
Un refugiado sirio en un autobús camino de su nueva casa - Pablo Tosco / Oxfam Intermon

Pertenezco a una generación marcada por la importancia de los estudios superiores, la hipoteca, el matrimonio, la descendencia y el empleo indefinido por cuenta ajena. Sin embargo, me recuerdo permanentemente calculando el modo de combinar esos anhelos prestados con una urgencia idiopática por vivir en otros lugares.

Estudié Veterinaria (de ahí idiopática) y aproveché una de esas corrientes que genera el mercado laboral para mudarme a Escocia a principios de los 2000. Allí fui inmigrante. Luego vinieron Egipto y Etiopía. Donde era expatriada. Volví después al Reino Unido a estudiar en una universidad pomposa. Allí fui a ratos inmigrante, a ratos expatriada, a ratos estudiante internacional, a ratos europea en casa, siempre una privilegiada.

Hoy vivo en Madrid, desde donde envío guasaps a mi hermana que vive en Bristol y a otras muchas personas en periplo o que nacieron y se quedaron en otros sitios. Poder moverme y cambiar de lugar ha definido mi vida actual y solo puedo imaginar lo determinante que esta posibilidad es para quienes no lo hacen (solo) por una pulsión sino por una necesidad a menudo brutal.

Y trabajo en migraciones, que es como decir que trabajo en los ríos del mundo.

Desde mi trabajo, pero no solo, observo un discurso tenebroso perfectamente apoltronado en las intervenciones de los cargos políticos, en algunos medios, en las charlas de familiares, de amigas, de taxi y de ascensor sobre el hecho innegable y necesario de que la gente se mueve, asimilándolo a una amenaza imposible de gestionar limitada por dos quimeras: la de las puertas blindadas y las de las fronteras abiertas. Y resulta especialmente inquietante porque no se parece en nada a ese acuerdo más o menos tácito que nos da cierto sentido de justicia y que llamamos realidad.

Lo natural, y a veces imprescindible para preservar la vida, es moverse o estar en contacto con gente que se mueve.  Todo lo demás es un artificio montado alrededor de este hecho y de su gestión, distrayéndonos con un discurso y unas prácticas con efectos vergonzosos e impropios de un mundo perfectamente capaz de entender y abordar la realidad tal y como es.

En Oxfam Intermon, organización de la que formo parte, trabajamos por un mundo en el que los movimientos de personas se perciben y se gestionan como un bien común, con plena garantía de los derechos y las necesidades de quienes mueven y de quienes les reciben.  Cómo se materializa esta visión en un marco legal relevante y en un modelo de gestión diferente es un viaje que emprendemos con responsabilidad y cuyos avances compartiremos y debatiremos en este espacio entre otros, confiando en que nos acompañarán cada vez más personas convencidas de la importancia de moverse y de recibir a quien se mueve, por la razón que sea.