La decisión de Salvini es coherente, ¿y la de Pedro Sánchez?

Migrants are rescued by staff members of the MV Aquarius, a search and rescue ship run in partnership between SOS Mediterranee and Medecins Sans Frontieres in the central Mediterranean Sea, June 9, 2018. Picture taken June 9, 2018. Karpov/handout via REUTERS ATTENTION EDITORS - THIS IMAGE WAS PROVIDED BY A THIRD PARTY. NO RESALES. NO ARCHIVES.
Migrants are rescued by staff members of the MV Aquarius, a search and rescue ship run in partnership between SOS Mediterranee and Medecins Sans Frontieres in the central Mediterranean Sea, June 9, 2018 - Karpov/handout via Reuters.

 

Nuestro nuevo Gobierno se ha convertido oficialmente en la esperanza europea para los defensores de un sistema migratorio con derechos humanos.

Ha sido muy rápido. En una semana el Gobierno de Pedro Sánchez ha dejado clara su posición en Europa con relación a la gestión migratoria. Con un solo gesto, nuestro nuevo Gobierno se ha convertido oficialmente en la esperanza europea para los defensores de un sistema migratorio que respete las obligaciones internacionales y los compromisos con los derechos humanos. Es alentadora esta llegada de un poco de cordura para contrarrestar la llegada de Salvini a la Vicepresidencia e Interior en  el Gobierno italiano. 

Italia lleva más de un año financiando al Gobierno fallido libio para evitar precisamente esto, que haya barcas que acaben llegando a Italia. Europa también.

Anima leer las palabras de aliento del portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y del Enviado Especial del ACNUR para el Mediterráneo Central, y de algunos otros miembros relevantes de instituciones y gobiernos europeos. Es un alivio saber que consideran que nuestro nuevo presidente ha obrado bien. Ahora solo queda esperar que esas mismas palabras sirvan para cambiar lo que está siendo una política europea migratoria nefasta y deshumanizada. Porque, tengámoslo muy claro, Italia lleva más de un año financiando al Gobierno fallido libio para evitar precisamente esto, que haya barcas que acaben llegando a Italia. Europa también. Y todo esto pese a las advertencias de distintos organismos internacionales. Concretamente, el pasado 15 de agosto el Informe de la Relatora Especial del Consejo de Derechos Humanos sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias y arbitrarias de Naciones Unidas advertía textualmente:

"En Libia, la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) informa de violaciones graves y generalizadas de los derechos humanos contra los migrantes cometidas por grupos armados, traficantes y tratantes de personas, empleadores privados, la policía, el Servicio de Guardacostas y el Departamento de Lucha contra la Migración Ilegal de Libia. La UNSMIL ha informado de que durante las intercepciones de embarcaciones de migrantes por parte de la Guardia Costera de Libia se han cometido actos que pueden constituir homicidios arbitrarios. La Corte Penal Internacional está estudiando seriamente la posibilidad de abrir una investigación sobre los crímenes cometidos contra migrantes en Libia".

La decisión de Salvini de cerrar los puertos es de una coherencia absoluta con las políticas migratorias italianas.

De modo que, en realidad, la decisión de Salvini de cerrar los puertos es de una coherencia absoluta con las políticas migratorias italianas. Con todo el dinero que se invierte en evitar los movimientos desde el origen, aceptando que se usen métodos de contención que incluyen la muerte y la tortura, el seguir aceptando los rescates independientes en el mar italiano resultaba cada vez más inverosímil. Y más cuando parte del éxito político de Salvini proviene de su discurso absolutamente neofascista y antimigratorio. 

La decisión de Pedro Sánchez marca la polarización que va a haber en el espacio europeo en lo que se refiere a la defensa de los derechos humanos. Europa cada vez está más dividida o la división cada vez se hace más obvia. Da miedo comprobar como parece que volvemos a un tiempo pasado, en el que en ciertos espacios se empezó a aceptar que los derechos eran solo de algunas personas y no de todas, tendencia que evolucionó en uno de los holocaustos más doloroso de nuestra historia mundial. 

Ahora es cuando el ministro Marlaska tendrá que demostrar que no se parece a su predecesor, el sr. Zoido.

Los próximos pasos por parte del nuevo Gobierno de España deberían ser seguir manteniéndose firme en este camino que acaba de iniciar. No solo se trata de acoger el barco, nuestro Gobierno debería empezar a acoger también a las personas que van en él. Y para seguir en la línea del respeto de los derechos humanos tendrá que evitar los Centros de internamiento para Extranjeros. Es de esperar que ya se hayan planteado qué van a hacer con toda esa gente, esas 629 personas, algunas de ellas mujeres embarazas o personas ya gravemente enfermas. Ahora es cuando el ministro Marlaska tendrá que demostrar que no se parece a su predecesor, el sr. Zoido.