*En Público somos muy cuidadosos con las fotografías que publicamos, especialmente con las de menores. Sin embargo, hemos decidido publicar estas durísimas imágenes porque consideramos necesario evidenciar, por un lado, el drama y la desesperación que esconden los fenómenos migratorios; y, por otro, que quienes migran, poniendo en riesgo sus vidas, son personas, incluidos niños, y no meros números fríos y sin rostro.
Ayer martes volaba por la red esta foto, tremenda, en la que se ven dos cuerpos en el agua, una mujer flotando boca abajo y un chaval flotando boca arriba. En el cuerpo de la mujer se aprecian varios impactos de bala. Según los servicios de rescate, la barca también tenía disparos. Las oenegés que intentan rescatar barcas en el Mediterráneo vuelven a insistir con el tema de la omisión de socorro y la ayuda humanitaria. Lo hacen con toda la fuerza que pueden. Se llevan a gente famosa para subir el volumen de sus denuncias. También usan sus redes sociales y sus contactos en los medios. Gracias.
En frente Salvini, diciendo barbaridades que, por desgracia, son indiscutibles: que si los traficantes ganan con esto, que si dejemos a las fuerzas libias actuar puesto que Libia es un aliado reconocido internacionalmente. Salvini grita que hay que defender Europa de la invasión, y cierra los puertos. Y, con cada cosa que hace y dice, sube el perfil de la noticia.
Y es que, desde que Salvini llegó al poder, el tema está por fin abriendo informativos. Ya era hora. Algunas llevamos años advirtiendo de que la situación es insostenible. Años. Merkel fue de las primeras en diciembre de 2016, cuando presentó el informe de su embajada en Niger sobre, entre otras cosas, los asesinatos indiscriminados de inmigrantes en los campos de retención libios pagados con dinero de la Unión Europea. Unos días después el Consejo de Europa aprobaba una ayuda económica adicional para que el Gobierno fallido libio también ampliara su gestión mortífera de la inmigración a sus costas y espacios marítimos. En agosto de 2017 era la relatora especial de los DDHH de la ONU la que presentaba un informe absolutamente explícito sobre las agresiones letales de las fuerzas libias a migrantes. Y siguieron algunos informes más, desde los campos, sobre la gestión de las costas. Y el dinero europeo fluyendo y fluyendo hacia Libia. Y la gente muriendo. Y las oenegés haciendo sus rescates discretamente para evitar confrontaciones directas con los gobiernos, especialmente el italiano. Pero Salvini ha acabado con esta situación ambigua y ha puesto las cosas en su sitio de forma explícita. Y hay que agradecérselo porque ha obligado a la opinión pública a confrontarse, mal que le pese, a la cruda realidad. Pagamos a Libia para que evite la llegada de personas, de hombres, mujeres y niños, a toda costa, aceptando así que los métodos de contención pueden incluir la muerte.
Y cuidado, no pensemos que lo que está pasando ahora es algo nuevo y ajeno a nuestro país. La gestión inhumana de los flujos migratorios empezó hace tiempo, concretamente en nuestra frontera. España lleva años siendo el laboratorio de Europa en este sentido. Desde la construcción de una valla que mata, pasando por devoluciones en caliente, agresiones directas a los que intentan cruzar, externalización a través de pagos a Marruecos e incluso, como desvelaba el diario El País la semana pasada, pago a los traficantes para disminuir el flujo de cayucos. En España, lo hemos probado todo y sin generar demasiado ruido. Es posible que por eso nuestro recién estrenado gobierno no se plantee otra cosa que seguir apoyando esta tónica general, de forma discreta y contenida. Menos mal que Salvini está aquí para evidenciar lo que Francia y España quieren hacer pasa desapercibido. Ahora solo falta que todos aquellas personas que creemos en los derechos humanos como la base fundamental sobre la que se tiene que construir nuestra humanidad nos unamos para decir "basta ya" a través de las herramientas que tenemos, que son la información, la protesta en redes y en la calle, la desobediencia y el voto.
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