Instrucciones para analizar el populismo xenófobo en Brasil

Natalia Oliveira, Marcia Tiburi Jesús Espino Nuño. Fotografía de Coco Vecino
Natalia Oliveira, Marcia Tiburi y Jesús Espino Nuño. Fotografía de Coco Vecino

Coco Vecino

La filósofa y política brasileña Marcia Tiburi presentó en Madrid la segunda edición de su libro Cómo conversar con un fascista, donde aborda el uso del discurso del odio en la política actual

"Las oleadas de amor y odio que sustentan y desestabilizan las sociedades no pueden ser controladas simplemente, pero pueden ser manipuladas. Ese control es posible a través del lenguaje, porque éste es el gran productor de afectos." Cuando la filósofa y política Marcia Tiburi escribió estas palabras aún estaban tomando forma los discursos políticos sustentados en el rechazo a otros (pobres, inmigrantes, homosexuales, musulmanes...) que tanta fuerza cogerían: los nuevos populismos xenófobos. En realidad, su análisis es el resultado de años de estudio y de la experiencia como ciudadana en uno de los países, hasta ahora, símbolo de la diversidad cultural y étnica en Latinoamérica: Brasil, su país natal. Hoy, sus palabras parecen llenar de sentido la realidad política y social de cualquier país europeo, incluido España.

La Librería Traficantes de Sueños ofreció esta semana el espacio donde Tiburi, que actualmente vive en París, presentó su libro Cómo conversar con un fascista. Reflexiones sobre el autoritarismo de la vida cotidiana. Más allá de su título provocador, que le ha supuesto más de un disgusto y ayudado a su exilio, la autora presenta un conjunto de reflexiones que ayudan a articular parte de la realidad actual en el mundo. Como si de una visión sobre el futuro más próximo se tratara, la editorial Akal tradujo sus textos en 2015 por primera vez en España. Y, apenas cuatro años después presenta una segunda edición, más de actualidad que entonces.

El modo en que se produce el miedo se relaciona directamente con la producción del odio. Son afectos asociados

"El modo en que se produce el miedo se relaciona directamente con la producción del odio. Son afectos asociados. La sociedad que promueve la inseguridad —y vende seguridad por todas partes— depende del éxito del miedo", asegura, y añade que ningún afecto, ningún sentimiento es natural, sino que son aprendidos. De esta manera, las palabras se convierten en un arma que marca lo que es bueno y lo que es malo. "Esto se consigue con el fomento del cliché, con el mantenimiento y repetición de un pensamiento preparado, lo que podemos llamar también pensamiento publicitario". El ciudadano asume como cierto lo que se repite. De ahí la explicación de por qué tienen éxito lemas políticos como los basados en la inmigración, a pesar de que los datos no sean correctos. Tiburi cuenta cómo la repetición de un lema se convierte en una máquina de ideas desde la inconsciencia. "No pensamos en lo que decimos. Para entender el contenido delo que decimos, precisamos entender la forma en que lo decimos".  Posicionarse en el lugar de otra persona es fundamental para comprender hasta dónde puede llegar la política en la vida de la gente. "Si estás deprimido es una buena señal, porque significa que estás en contacto con tu sufrimiento y tienes capacidad de compasión".

Para ello, tanto en la calle como en política, propone el uso del diálogo como desafío. "Dialogar es complicado justamente porque no se trata de un mero hablar y oír, lo que ya es muy difícil; la complejidad del acto de escuchar radica en que entro en otros procesos de conocimiento. Me torno otra persona".

Dialogar es complicado porque con la escucha aprendo y me vuelvo otra persona

Afirma que se puede avanzar más allá del discurso de la denuncia o la queja, puesto que entiende el discurso del ataque como la estrategia de humillación que construye víctimas. "Colocarse en la posición de víctima puede ser un peligro y no garantiza la posición de sujeto de Derecho, aunque se denuncie por medio de esta posición la desigualdad y la violencia a la que se está sometido en una sociedad cuya lógica es la exclusión", explica. Y planeta como alternativa la "postura del guerrero sutil", es decir, "aquel que asume una especie de guerrilla meticulosa y delicada", que desarme los argumentos erróneos o las falacias mediante el diálogo y la no repetición, porque "la política se define como experiencia del lenguaje, la cualidad de esta experiencia nos une o nos separa" y recuerda que el odio sirve a la aniquilación del deseo de democracia.