Solo quedan cinco años para erradicar el racismo

‘Black Lives Matter´, Miki Jourdan. (CC BY-NC-ND 2.0)
‘Black Lives Matter´, Miki Jourdan. (CC BY-NC-ND 2.0)

Ana Nieves (@_anuva_)

En una sociedad conformada por identidades tan diversas y con una estructura que sigue siendo racista, las figuras del activismo negro llevan años debatiendo estrategias para mejorar la situación de la comunidad afro. Una comunidad que todavía enfrenta circunstancias como la falta de representación en las instituciones o las identificaciones policiales a personas que presuponen migrantes. El racismo afecta a toda la sociedad en su conjunto, no solo a las personas racializadas, y a pesar de que la lucha antirracista sigue presente, el sistema que la enmarca sigue siendo discriminatorio. Aquí surge la pregunta: ¿es posible transformar el sistema desde el propio sistema?

Según explica Ngoy Ramadhani en el libro ‘Cuando somos el enemigo’ (Ed. Mey), es necesario conocer bien el sistema y valerse de las herramientas posibles para cambiarlo, pero también es importante crear nuevos mecanismos que alcancen la transformación social. Es fundamental cambiar un sistema segregacionista, y a la vez trabajar para que el imaginario colectivo evolucione a una visión consciente de la realidad variada que nos define como sociedad.

En 2015, los estados que conforman Naciones Unidas (ONU) pusieron en marcha el Decenio Internacional para las personas Afrodescendientes, un período que concluirá en 2024 y en el que se comprometen a adoptar medidas contra la discriminación racial, en favor de la comunidad Afrodescendiente, apoyándose en tres ejes: Reconocimiento, Justicia y Desarrollo. Con el acuerdo de la comunidad internacional, numerosas ONGs que llevan años persiguiendo estos objetivos aceleran su labor para promover el Decenio y visibilizar su importancia. El término ‘afrodescendiente’, que surge de la necesidad de crear un discurso que facilite la comunión entre la diáspora africana por todo el mundo, define a las personas que, debido a causas históricas o a movimientos migratorios más actuales, encuentran su ascendencia en el continente africano. 

Institucionalización de una larga lucha

Este Decenio es una oportunidad para que los gobiernos actúen en consecuencia y, entre otras metas, admitan y conmemoren oficialmente las injusticias y los crímenes del presente -como la segregación y el negacionismo- y el pasado -como el colonialismo y la esclavitud-, en busca de un reconocimiento que fomente la concienciación social. 

En el contexto del Decenio, los estados de la Unión Europea tienen, en base a una resolución de marzo de 2019, cinco años para crear un marco jurídico que ampare los derechos de los afrodescendientes. Que la impulsora de esta resolución sea Cécile Kyenge, la primera eurodiputada italiana afrodescendiente, expone la ruptura con el tutelaje blanco hasta ahora impuesto en cuestiones legislativas para salvaguardar los derechos de este colectivo en Europa, según explica Ngoy Ramadhani

Ramadhani, politólogo y activista, coordina el proyecto Afro-Diccionario, desde el que tratan de repensar el lenguaje para el empoderamiento de la comunidad Afro y la lucha contra la discriminación racial expresada a través del vocabulario. También es miembro del Equipo de Implementación del Decenio en España con la experta en Derechos Humanos Isabelle Mamadou. Entre sus objetivos está establecer un diálogo fluido entre sociedad civil y gobierno. Ramadhani afirma que el Decenio "nace de una lucha, ahora institucionalizada, que se lleva realizando durante décadas por colectivos afros de todo el mundo" y que "es bueno a nivel simbólico", ya que representa la existencia de una conciencia colectiva de estrategia común en contra del racismo. 

La comunidad cuenta también con espacios como Afroféminas, que a través de Internet denuncian las injusticias que viven las personas racializadas a diario. Aún así, falta un mayor número de datos oficiales sobre denuncias, desde cifras que reflejen la discriminación que sigue presente hasta estadísticas sobre la cultura. En la actualidad, para que un cambio social sea considerado como prioritario es necesario disponer de datos suficientes para respaldar y visibilizar el problema. Por eso es fundamental recopilar información acerca del número de afrodescendientes y su diáspora para evitar, entre otras cuestiones, la impunidad del acoso a referentes empoderados.

Oficial no significa real

En el ecuador del Decenio, los estados siguen aprobando leyes que promueven la ‘Europa fortaleza’ y faltan medidas reales que aparten el racismo de las instituciones y la vida diaria. Por ejemplo, aunque existe un reconocimiento oficial del racismo, el Gobierno español no cuenta con una agenda efectiva para erradicar la discriminación, según refleja el último informe del Grupo de Trabajo de Expertos sobre los Afrodescendientes de la ONU, que visitó España a principios de 2018.

El Grupo concluyó que, a pesar de que el Estado español cuenta con leyes que protegen al colectivo contra la intolerancia, existen grandes lagunas a la hora de la práctica. Constató los comportamientos racistas de los cuerpos de seguridad españoles, como su predisposición para identificar a personas afrodescendientes por ser negras. Asimismo, destacó la falta de representación en los cargos públicos, la detención de personas que dan lugar a las conocidas como "devoluciones en caliente" y el método carcelario con el que funcionan los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE).

En noviembre de 2019, en pleno Decenio, el Ejecutivo español (PSOE) se abstuvo en la votación de una resolución para la erradicación del racismo de la ONU. En enero, la ministra de Igualdad del partido que gobierna en coalición con él (Unidas Podemos), designaba a una mujer blanca como directora de Igualdad de Trato y Diversidad Étnico-Racial. La posterior dimisión permitió que ese puesto lo ocupe Rita Bosaho, quien, aparte de ser la primera diputada negra del Congreso, participa activamente y comparte las luchas de la comunidad afro. Este compromiso antirracista y de justicia social llevó a Bosaho a enfrentarse a la desautorización de miembros de su propio partido (UP) cuando denunció el racismo inherente al blackface utilizado en la celebración de los pajes de Alcoy (Alicante). Entrar en el sistema no te exime de sufrir su racismo.

La comunidad afro siempre ha sido percibida como la alteridad. Ahora es importante determinar si la transformación colectiva avanza hacia una una sociedad que vea a todas las personas por igual, o hacia una capaz de aceptar la diferencia.

Ana Nieves es periodista y colaboradora de Fundación porCausa.