Menores extranjeros desprotegidos en plena crisis del coronavirus

Fotos del interior de La Purísima (Melilla) filtradas por voluntarias el pasado 5 de marzo
Foto del interior de La Purísima (Melilla) filtradas el pasado 10 de marzo por voluntarias que atienden a menores

Lorena Alonso Cabral (@lorenalonso94

  • En ciudades como Ceuta y Melilla, los centros de acogida de menores, como la Purísima, sufren saturación, escasa higiene y falta de personal
  • Muchos de estos chavales deciden abandonar esos centros y vivir en la calle para evitar la precariedad y malos tratos
  • En Madrid, los trabajadores del centro de Hortaleza temen que la situación se asimile a la de las residencias de ancianos si no se toman medidas

Saturación, escasa higiene y material, además de falta de personal. Así se resume el capítulo de crisis en algunos centros donde conviven niños, niñas y adolescentes extranjeros, todos menores de edad que migraron a España sin compañía de un adulto. Ante la pandemia del coronavirus, estos menores continúan expuestos a una situación de riesgo y de especial vulnerabilidad.

En 2019, España registró a más de 12.780 menores extranjeros no acompañados, según los datos facilitados por el Ministerio del Interior a porCausa. En general, estos niños y jóvenes que migran solos se encuentran tutelados por las autoridades públicas, cuya obligación es garantizar sus derechos, tal y como recoge la legislación española y la Convención del Niño. No obstante, no siempre se da esta situación.

Fotos del interior de La Purísima (Melilla) filtradas por voluntarias el pasado 5 de marzo
Foto del interior de La Purísima (Melilla) filtradas el pasado 10 de marzo por voluntarias que atienden a menores

Desde que se decretó el estado de alarma en el país, numerosos habitantes de Ceuta y Melilla han denunciado cómo menores extranjeros no acompañados seguían deambulando por las calles sin ningún tipo de protección sanitaria e incumpliendo la normativa actual que impide la libre circulación de personas sin motivo justificado. En concreto, ambas ciudades autónomas concentran el 15% de los mismos (tres de cada cuatro son de origen marroquí). Muchos de estos menores deciden abandonar esos centros y vivir en la calle para evitar la precariedad y malos tratos que se producen en los mismos. El ejemplo más paradigmático es el de La Purísima (Melilla), que cuenta con numerosas denuncias por parte de los menores. El pasado 10 de marzo, El País publicó nuevas imágenes del estado de hacinamiento en que se encuentra dicho centro.

En línea con las medidas decretadas, este lunes la Subdelegación del Gobierno de Melilla trasladó a 130 menores a las cabañas de un camping situado en el Fuerte de Rostrogordo con el objetivo de "descongestionar" y evitar el hacinamiento en el centro de menores de La Purísima, según explicó el consejero del Menor, Mohamed Ahmed Al-lal. Este centro contaba con 900 niños, cuando su capacidad máxima es de 350. Estas cabañas habilitadas sólo tienen capacidad para 80 menores, por lo que ambas instalaciones aún exceden su aforo máximo. Además, no se han realizado tests para comprobar si algún joven había contraído el Covid-19 antes de decretarse el estado de alarma, según explica a porCausa Rosa Soto, periodista en Melilla. El consejero Ahmed Al-lal corrobora esta información y matiza que, aunque no se ha dado ningún caso de contagio, los menores están sometidos a "un riesgo latente". 

A su vez, el pasado miércoles, efectivos de la Guardia Civil y la Unidad de Protección Civil de Ceuta acondicionaron el polideportivo de Santa Amelia para que estos menores puedan cumplir la cuarentena bajo el cuidado de trabajadores de Servicios Sociales. El dispositivo contó con el apoyo de Cruz Roja, que tomó la temperatura a cada uno de los menores que iban recibiendo, según fuentes de esta organización. 

Centro de menores en Hortaleza, Madrid / Fotografía de Diana Moreno
Centro de menores en Hortaleza, Madrid / Fotografía de Diana Moreno

Mientras tanto, en la Comunidad de Madrid, la región de España más afectada por la pandemia, la situación de los menores extranjeros no acompañados se agrava. "Estamos volviendo a los tiempos de la crisis", asegura Ana Pérez, trabajadora del Centro de primera acogida de Hortaleza. La vida en este centro se complica y los trabajadores temen que se asimile su situación a la de las residencias de ancianos si no se toman medidas tempranas.

A pesar de los protocolos que exige el Gobierno, "estamos recibiendo nuevos ingresos, pero no se están haciendo las derivaciones correspondientes", indica Pérez. El centro de Hortaleza ya se encuentra por encima de su capacidad máxima e incumple los parámetros sanitarios. Actualmente, "es imposible guardar la distancia social requerida, no hay una cama libre y no cabemos". En el caso de que ingresen más niños y jóvenes migrantes, "nos sometemos a un riesgo de salud grave".

Éste no es un caso aislado en Madrid, trabajadores de otros centros de menores que piden anonimato por miedo a posibles represalias denuncian situaciones similares. "Estamos trabajando con niños", asegura una educadora de un centro de la comunidad. Muchos de estos menores aún no son conscientes de la gravedad de la situación e intentan escaparse, sometiéndose a un posible riesgo de contagio. Por el momento, no hay ningún caso positivo, pero si lo hubiera "no disponemos de espacio material para aislarle y llevar a cabo las medidas correspondientes". Además, a pesar de haberlo solicitado previamente a las autoridades correspondientes, otros centros aseguran no disponer del material adecuado para protegerse del virus y evitar su propagación.

Por otra parte, los profesionales indican la carencia de personal de limpieza en los centros de forma continuada. La Comunidad de Madrid ya es conocedora de esta urgencia que "debería de respetarse en circunstancias normales, no sólo ante una pandemia mundial", insiste una educadora de un centro público, quien además hace hincapié en la falta de trabajadores por el número de bajas que se están produciendo y el incremento de menores en los centros de la comunidad. Además, Ana Pérez destaca la falta de candidatos interesados en trabajar en estos centros "por miedo". Por ello, se ha dotado de autonomía a las direcciones de los centros para que las bajas se gestionen de forma directa y se cubran en un plazo breve de tiempo.

Lorena Alonso es periodista en porCausa