Joseba Torronteras (@JosebaADD)
- Carmen Domínguez Lora, presidenta de Médicos del Mundo Andalucía, relata la precariedad y abandono en que viven los temporeros migrantes durante la crisis del coronavirus
- Mantener la distancia para no contraer el virus es prácticamente imposible en chabolas de 2x3 metros con ocho personas dentro
- "Hemos conocido a niños que han nacido allí. Están condenados a nacer y morir en la miseria"
España ya roza el mes de confinamiento. Cada día a las ocho de la tarde el aplauso desde los balcones recuerda a sanitarios, empleados de supermercado y otros trabajadores que su labor merece la pena. Pero, ¿qué hay de quienes se encargan que las despensas nacionales estén llenas? ¿Y de quienes con recorren kilómetros en bicicleta cada día para trabajar en un invernadero? ¿Quién les aplaude?
El campo español no entiende de pandemias, ni tampoco quienes lo trabajan. En la provincia de Almería se cifran en 6.000 los asentamientos chabolistas en los que viven muchos jornaleros, aunque no existe censo oficial. Carmen Domínguez Lora, presidenta de Médicos del Mundo en Andalucía, estuvo en uno el pasado sábado. "No tenían un simple paracetamol para combatir un dolor de muelas, nos pedían un paracetamol porque no podían más con el dolor; eso tan básico, te da una idea de en qué situación viven". Para Domínguez Lora, la realidad de esos asentamientos es un submundo: "Hemos conocido a niños que han nacido allí y vemos al chaval con diez o doce años yendo con su bici al invernadero. Están condenados a nacer y morir en la miseria. Ojalá pudiera cambiar", relata a porCausa.
Médicos del Mundo asiste a la población extranjera y ha habilitado un teléfono para atender en castellano, ruso, árabe, rumano y otros idiomas, pero la organización sigue denunciando falta de coordinación y medios para proteger a los temporeros extranjeros.
Pregunta: ¿En qué condiciones viven los jornaleros migrantes?
Respuesta: Por lo general, en asentamientos muy heterogéneos. En algunos pueden vivir entre 300 y 400 personas y otros son solo de tres o cuatro familias. En lo que sí se asemejan todos es en las malísimas condiciones de habitabilidad. Viven entre plásticos, palets y basura porque la basura la tiran por allí. No tienen luz, de manera que la tienen que enganchar. Ni agua. El agua la cogen de las balsas de riego, y además, la recogen en bidones reciclados (fitosanitarios) que no son aptos para el consumo humano.
P: ¿Qué medidas se están tomando desde las instituciones para que los asentamientos no se conviertan en foco de contagio?
R: Contactamos con el Ayuntamiento de Níjar hace dos semanas, puesto que es el que acoge a todas estas poblaciones, para saber eso mismo que preguntas y nos dijeron que no tenían un plan de contingencia, que ellos seguían (cito textualmente) "las indicaciones que les mandaba la Delegación de Salud y que hasta ese momento había sido informar".
P: ¿Y después de eso?
R: Ya que nos indicaron la Delegación de Salud, contactamos con ellos y presentamos una solicitud para que nos dejaran ir a intervenir en los asentamientos a cuatro asociaciones que hemos firmado un protocolo de colaboración: Médicos del Mundo, Almería Acoge, Fundación Cepaim y Cruz Roja.
P: ¿Cuál fue la respuesta de la delegación de Salud?
R: Nos dijeron que quien tenía esas competencias era la Subdelegación de Gobierno.
P: Y contactaron con Subdelegación.
R: Eso es. Volvimos a presentar el escrito al día siguiente a la Subdelegación de Gobierno, registrado tal y como corresponde, y este martes nos han contestado que las competencias no las tienen ellos.
P: ¿Quién las tiene entonces?
R: Según nos dijeron, las competencias las tiene la Delegación de Salud.
P: ¿Pero no habían mandado ustedes la solicitud ya a esa instancia?
R: Sí, eso les dijimos, que allí ya lo habíamos presentado y que fueron ellos los que nos enviaron a la Subdelegación.
P: Entonces, Médicos del Mundo sigue sin poder intervenir en los asentamientos almerienses a día de hoy.
Tenemos varios proyectos abiertos, pero mientras no nos den el permiso desde Médicos del Mundo no podemos intervenir en los asentamientos
R: Eso es. Tenemos varios proyectos abiertos, pero mientras no nos den ese permiso no podemos intervenir. Además, ahora que vienen cuatro días de vacaciones y no trabajamos en nuestros trabajos oficiales, lo veíamos como una oportunidad para ir allí y empezar a trabajar. Pero sin el permiso, mucho me temo que no vamos a poder. Estamos deseando ir a trabajar allí rápidamente. Es muy necesario intervenir. Además, en los asentamientos hay muchos jóvenes con patologías de riesgo: hay personas con diabetes, enfermedades renales, respiratorias...
P: ¿Qué líneas de trabajo que Médicos del Mundo plantea para los asentamientos?
R: En primer lugar, queremos poner sanitarios para que desde Médicos del Mundo vayan allí a hacer un cribado, y tenemos la intención de, en cuanto podamos, ir a hacer tests. Cepaim ha conseguido alojamientos para aislar a los posibles afectados, Cruz Roja se encarga de darles la comida y en caso de tener que evacuar a alguien, pondría los medios. Por otro lado, las Hermanas Mercedarias también hacen un gran trabajo. Se encargan de darles de comer. Otra de las cosas que quisiera comentar es que un colectivo solidario de Almería que prefiere estar en el anonimato, pero cuyo eslogan es "Si tú caes, caigo yo", se está dedicando a fabricar mascarillas de adulto, batas de plástico, patucos.... Material que ahora mismo nos falta.
En los asentamientos hay muchos jóvenes con patologías de riesgo: hay personas con diabetes, enfermedades renales, respiratorias...
P: Usted estuvo en uno de los asentamientos el sábado. ¿Qué peticiones le formularon quienes viven allí?
R: Se quejan de que no pueden seguir las indicaciones para no contraer el virus. Mantener la distancia es prácticamente imposible porque sus chabolas son a veces de 2x3 metros y son ocho personas, están hacinados. Es imposible mantener la distancia. En cuanto a la higiene... Si no tienen agua, tienen que ir a por ella y traerla en bidones no aptos para el consumo humano. Fundamentalmente el agua la utilizan para beber y para hacer la comida. No la pueden "desperdiciar" en lavarse las manos como hacemos nosotros. Esa es la queja que nos transmitían, que no pueden prevenir y por lo tanto están muy asustados. Nos pedían mascarillas y se amontonaban alrededor queriendo explicarnos los síntomas que tenían. Tienen mucho miedo.
P: Y a pesar del miedo, siguen yendo a trabajar.
R: Tienen mucho miedo de contagiarse, pero trabajo no les falta. Cuando fuimos allí a las 12 no había casi hombres, llegaron alrededor de las cuatro de la tarde con sus bicicletas. Si no van a trabajar saben que el dueño del invernadero les puede decir: "pues ya no vengas más".
P: ¿Cómo puede aliviarse el problema que existe en dichos asentamientos?
R. El problema inmediato allí es el de la salud. Hay que evitar que se contagien. No quiero ser exagerada pero si allí se contagian y se extiende entre ellos, no va a haber hospitales en toda España para alojar a 5.000 o 6.000 personas. Lo que necesitamos en primer lugar es el permiso para ir a hacer tests, eso es lo primero; y en segundo lugar, estar dotados de alojamientos para aislar a las personas que estén contagiadas. Eso sí, Una vez combatamos al virus, tenemos que ver cómo arreglar el tema de los asentamientos, porque es infrahumano.
P: Después de estar en primera línea de batalla contra el virus y a pie de calle, habrá vivido muchas cosas. ¿Qué es lo positivo que se lleva de esta crisis?
R: Sin duda la solidaridad. La de tantas personas que antes vivían por y para ellas sin pensar en ese migrante o esa persona sin hogar que está ahí, y muchas se han puesto a coser mascarillas, a querer repartir comida... Me llevo eso. El sentimiento de solidaridad por una mayoría. Por ejemplo, donde yo trabajo, las personas cuando les hablo de lo que estamos haciendo me dan guantes, me dan apoyo.... Nunca me hubiera esperado eso en condiciones normales.
Comentarios
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