El sistema antimigratorio y sus sinsentidos a través de los ojos de María

Fotografía de María
Fotografía de María

Laura Manrique Gerber (@LauraMGerber)

  • "No me lo están poniendo fácil para quedarme en España", dice esta joven marroquí. "Debido a la crisis de la COVID-19, voy a tener más difícil quedarme"
  • María tiene una carrera, tres másters y habla siete idiomas. "Estoy aquí para pagar impuestos y aportar a este país, pero no me dejan"

La COVID-19 evidencia las carencias y sinsentidos del sistema antimigratorio actual: médicos extranjeros que no pueden salvar vidas en plena pandemia porque no les homologan los títulos o cosechas que van a la basura debido a que las condiciones a las que se someten estas personas son muy duras, mientras algunos migrantes permanecen cruzados de brazos sin poder hacer nada. Son personas que necesitan apoyo y se quedan excluidas por no tener papeles.

Esta situación somete a muchas personas a una gran incertidumbre. Así es como lo vive María, una joven marroquí que pide no revelar su nombre completo. María tiene 24 años y es de Rabat, Marruecos. En su país de origen estudió economía y gestión, su familia siempre le ha apoyado en sus estudios. Desde pequeña veraneaba en Málaga y su sueño siempre había sido venirse a España a vivir. Actualmente, está completando un máster cuyo segundo año se imparte presencialmente en Madrid, donde ya lleva dos años y medio enamorada de la capital española, así como de su gente, costumbres y cultura.

Hasta donde tiene entendido María, es necesario haber permanecido al menos tres años por estancia de estudios en España para obtener un permiso de trabajo. La legislación española señala que los extranjeros deben demostrar que llevan al menos tres años en el país para optar a un permiso de trabajo, aunque la realidad es que muchos llevan más de una década sin conseguirlo. Este escenario, así como la perspectiva de tener que abandonar el país, le generó un estrés adicional, agravando estos tiempos de por sí difíciles para todos.  

En Extranjería, María se ha topado con numerosos impedimentos debido a que son muchos requisitos y demasiados los documentos que ha de entregar. Las personas que se encuentran en esa misma situación por no conseguir los papeles para quedarse en España con frecuencia están obligadas a investigar y a consultar con abogados para poder entender las leyes. La web de Extranjería no está actualizada, ya que quienes entregan su documentación a través de esta página se encuentran con que les faltaba un certificado que no especifica. "No me lo están poniendo fácil para quedarme en España", indica María. 

Los trámites están parados debido a la crisis del coronavirus y no sabe qué pasará con ella. En medio de la incertidumbre, María, como otros migrantes, sigue haciendo lo que puede: concretamente, está teletrabajando en las prácticas de su máster, la sustenta económicamente su familia. En un principio, la empresa donde está haciendo las prácticas la quería contratar, pero a la hora de formalizar el contrato, tuvo problemas con Extranjería y no pudo continuar con ello. Precisamente fue desde las propias oficinas de Extranjería donde María fue informada acerca de la obligación de permanecer al menos tres años en España en régimen de estancia por estudios como única vía para obtener una autorización de residencia y trabajo. Pero hay otras alternativas como la ley de emprendedores, al ser contratados por una empresa española después de dos años de la obtención del título de carreras o de másters. "Mi problema es que debido a la crisis de la COVID-19, voy a tener más difícil quedarme. Además, mi país ha cerrado fronteras y me encontraría en situación irregular", explica María desde la ventana de su humilde edificio mientras una vecina -que es amiga suya y vive en el piso de al lado- escucha y asiente con la cabeza

Esta situación de incertidumbre está afectando de manera considerable a la salud mental de María y de las personas que tiene alrededor, sobre todo la de su pareja y la familia de éste. Ella no se imagina volver a su país, ya que en Madrid se siente una persona libre y en su tierra natal no es así. "No quiero vivir toda mi vida escondiéndome para hacer cosas que aquí son normales, como no llevar el hiyab, sentirme bien como mujer sin inseguridades o vestir como quiera", añade María. A pesar de que su familia está en Rabat y los visita de vez en cuando, ella ya ha hecho su vida aquí y siente que su sitio se encuentra en España.

Todo el apoyo que recibe, como la ayuda y la empatía de quienes la rodean, hacen que esta situación le resulte más llevadera, una idea que destaca cómo las personas migrantes recurren a la solidaridad para salir adelante ante el abandono que les brinda el Estado. En España no se dan las mismas oportunidades a todo el mundo: María tiene una carrera, tres másters -contando el que está haciendo ahora mismo-, habla siete idiomas y nunca ha tenido problemas con la justicia. "Yo estoy aquí para pagar impuestos, la seguridad social y aportar en este país, pero no me dejan", explica.

La vida que tenía en Marruecos era buena pero no era feliz de todo porque no se sentía libre. Aquí, en España, es donde realmente ha encontrado el equilibrio en su vida, pero la incertidumbre y la lucha burocrática le impiden dormir y eso le provoca estrés y ansiedad. La joven quiere quedarse y trabajar donde está haciendo las prácticas construyendo su vida aquí. Pero si no lo consigue tendrá que volver a Marruecos (sin saber siquiera cuándo porque la frontera está cerrada), donde se enfrentará a un futuro incierto. "Seguiré luchando hasta que me dejen vivir en este país que ahora siento que es mi hogar", determina.