Las autoridades de Lepe no dan soluciones a los temporeros sin hogar

Seydou Diopp, portavoz de los temporeros, frente al Ayuntamiento de Lepe. Foto: Jesús Minchón.
Seydou Diopp, portavoz de los temporeros, frente al Ayuntamiento de Lepe. Foto: Jesús Minchón.

Viviane Ogou Corbi (@vivianeogou)

  • Las cerca de 250 víctimas del incendio se han visto obligadas a dormir en la calle durante una semana a la espera de una respuesta por parte del Ayuntamiento. Algunos acampan delante del consistorio desde el pasado viernes
  • El Ayuntamiento ha prometido proporcionar una residencia temporal durante cinco días para solo 75 personas

Hace calor en las calles blancas de Lepe. La gente se refresca con una cerveza en los bares de la plaza del ayuntamiento. Los niños juegan con la fuente, mientras los temporeros esperan a que la Administración les dé una respuesta. En una semana se han quemado más de 100 chabolas. Los ánimos son bajos, la gente llora y muchos vecinos de esta localidad cuchichean en los bares diciendo que es todo culpa de los temporeros.

Tres horas de reunión con el Ayuntamiento de Lepe han terminado con el acuerdo de proporcionar una residencia temporal para 75 de los más de 250 temporeros que perdieron su hogar la semana pasada, y durante cinco días. Las asociaciones de temporeros han decidido no aceptar el acuerdo, ya que consideran que es más una forma de que dejen de acampar delante del ayuntamiento, que de aportar soluciones al problema. Cada minuto que pasa, más personas entran en crisis de ansiedad y de rabia o rompen en llanto.

Restos de los asentamientos chabolistas tras el incendio del viernes 17 de julio. Foto: Viviane Ogou.
Restos de los asentamientos chabolistas tras el incendio del viernes 17 de julio. Foto: Viviane Ogou.

Tres incendios en una semana

El pasado lunes 13, un incendio calcinó el asentamiento chabolista del Hotel Portugal, en el que un centenar de personas perdieron todas sus pertenencias, sin que hubiera heridos de gravedad. La Asociación Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad interpuso una instancia al Ayuntamiento lepero donde solicitaba un alojamiento temporal, artículos de primera necesidad y la supervisión de las autoridades en la recuperación de la documentación. El consistorio les propuso una reunión una semana después, dejando a la intemperie a todas estas personas.

El jueves en la madrugada, un segundo incendio en otro asentamiento dejó, otra vez, a más de 150 personas sin hogar, sin ropa y, algunas, sin documentación. Las causas de la quema aún no se han esclarecido, y la investigación está en curso.

El viernes, se convocó una manifestación a las puertas del consistorio a la espera de que dieran una respuesta a las más de 250 personas que habían perdido su chabola. El ayuntamiento cerró sin conceder ningún tipo de visita, entendiendo que no era una situación prioritaria, lo que forzó a los temporeros a pasar el fin de semana en la calle. A modo de protesta, estos decidieron asentarse en las puertas del consistorio con pancartas con los lemas "no queremos casa gratis" o "buscamos pisos en alquiler", entre otros. Los ánimos eran de esperanza, pensaban que el Ayuntamiento pondría de su parte esta vez; el aire, más o menos festivo para tratar de animar a los más tristes; se respiraba resiliencia.

Precariedad y racismo

Muchos de los ciudadanos de Lepe no están dispuestos a alquilar sus propiedades. El dueño de un bar de la localidad, situado cerca del consistorio lepero, dice que él tiene alojamientos, pero que no quiere alquilarlos a los temporeros porque "se meten muchos y lo dejan todo fatal". Los asentamientos, sin embargo, están ordenados. No tienen agua, luz ni gestión de residuos, pero en lo que concierne a las chabolas, la mayoría son limpias hasta el nivel posible. En Lepe hay aproximadamente 1.000 viviendas cerradas y unas 500 de ellas tapiadas, por lo que si hubiera voluntad política podría desarrollarse un plan de acondicionamiento de las viviendas, además de los planes de integración pertinentes. El mismo vecino de Lepe reconoce que él tiene "un negrito en el campo" y asegura que le trata "bien". Dice que si bien es cierto que algunos de los agricultores se aprovechan de la irregularidad para enriquecerse, muchos otros disponen de alojamiento, donde viven con dignidad.

El racismo estructural y social es más visible en Lepe estos días. En esta localidad onubense muchos temporeros extranjeros tienen dificultades para alquilar un hogar y realizar otros trámites esenciales. M.M.C.R., vecino de Lepe, explica que no comprende el motivo por el que se manifiestan. "En realidad es mentira la situación, la mayoría de ellos tienen sus salarios y mandan todo ese dinero a su familia en el África occidental y en el Magreb. Viven así porque quieren, pues tienen dinero", asegura.

En Lepe trabajan unos cinco mil temporeros, en el sector de los frutos rojos, los cítricos y otras frutas como el melocotón. Los temporeros denuncian bajos salarios por parte de los contratistas, sin embargo, no se atreven a denunciar públicamente por la falta de recursos legales y el miedo a perder el trabajo. En 2018, además, hubo una serie de denuncias por abusos sexuales a las temporeras por parte de los patrones.

Asentamiento cercano al que se incendió el pasado viernes. Foto: Viviane Ogou
Asentamiento cercano al que se incendió el pasado viernes. Foto: Viviane Ogou

Abandono durante la pandemia

En el estado de alarma, agricultores de toda España hicieron un llamamiento a parados y estudiantes para recoger la fruta y la verdura. Debido a las medidas de restricción de la movilidad, la campaña de este año se preveía con problemas para cubrir las necesidades del sector agrícola. Sin embargo, no obtuvo la respuesta esperada por parte de los españoles y, según las asociaciones locales, gran parte de las personas que respondieron fueron inmigrantes en situación irregular.

Las consecuencia han sido la completa desprotección de este colectivo que, como cada año, se han encontrado viviendo en los asentamientos chabolistas y que, además, han tardado semanas en recibir material de protección, y no se les ha ofrecido medidas adecuadas para prevenir el contagio. Esta situación ha sido denunciada por organizaciones internacionales, asociaciones y ONGs, desde el relator especial de las Naciones Unidas, Philip Alston quien tras su visita en febrero apuntó que "vivían como animales", hasta el Parlamento Europeo, que el pasado junio aprobó una resolución pidiendo a los Estados que, en el contexto de la pandemia, ofrecieran una protección adecuada a los temporeros.

El sufrimiento de los temporeros

Los temporeros denuncian que las condiciones que encuentran en Lepe no las viven ni en sus países de origen. "Nos dejan de lado, es como si no fuéramos humanos. Y sin embargo, estamos aquí por ellos. Trabajamos para ellos, para que se enriquezcan, pero no hay un lugar para nosotros", asegura O. Diallo, trabajador de 30 años. El sufrimiento de los temporeros es palpable, algunos de ellos han estado con ataques de ansiedad durante el fin de semana mientras dormían en la calle, porque han perdido lo poco que tenían y no saben cómo van a continuar. Quieren una solución y no les importa pagar por ella. Los que se encuentran en situación irregular explican que ellos desean cotizar, que quieren papeles y pagar impuestos como cualquier otra persona, y sobre todo, quieren seguridad, pues algunos de ellos llevan más de tres años trabajando en España y aún no han visto su situación resuelta.

Pocos vecinos se paran a observar a las personas acampadas, y los que lo hacen acompañan las sonrisas con comida o agua, y palabras de apoyo para estos. La solidaridad entre ellos es infinita: los que tienen casas han decidido acompañar a la hora de dormir a los demás, y tocan los tambores para sacar sonrisas. Todos hablan mucho y comparten impresiones , pero lo que más se escucha es que no viven así ni en sus países de origen.