El virus entra en el campo de refugiados griego de Katsikas debido a la negligencia de las autoridades

Campo refugiados
Campo refugiados de Katsikas (Grecia). Fotografía: Habibi.Works

Joram Medina (@jorhambruno) y Emilia Debska (@Emilka1810) / Habibi.Works

  • Internos del campo, en el que viven 1.000 personas, denuncian que no han recibido productos sanitarios o comida después de tres días de confinamiento estricto
  • "Debemos preguntarnos cómo ha sido posible el traslado de personas al campo sin haber esperado el resultado de sus test"

El campo de refugiados de Katsikas, en la región de Epiro (norte de Grecia) fue confinado el pasado martes 6 de octubre a pesar de no haberse detectado hasta ese momento ningún caso activo de COVID-19 dentro del campo. La razón detrás de esta decisión fue prevenir la aparición de nuevos casos ya que, dadas las condiciones en las que se vive en el campo, las potenciales cuarentenas y distancia social resultarían difíciles (si no imposibles) de cumplir.

Sin embargo, sólo unas horas después, con el campo bajo una estricta cuarentena, las autoridades griegas decidieron trasladar al interior del campo a un grupo de personas refugiadas procedentes de la isla de Lesbos sin esperar a tener los resultados de sus test de COVID-19. Así, introdujeron a una persona cuyo test resultó ser positivo.

Debemos preguntarnos cómo ha sido posible el traslado de personas al campo sin haber esperado el resultado de sus test, teniendo en cuenta que el campo estaba bajo la cuarentena para evitar un posible brote del virus en su interior. Es cierto que la ciudad de Ioannina, próxima al campo de Katsikas, está sufriendo un incremento de infecciones y esa medida intentaría prevenir un brote dentro del campo, donde las posibilidades de mantener distancia social son más que reducidas. Sin embargo, el traslado de un número considerable de personas al interior de una zona en cuarentena, sin esperar a tener los resultados de sus test, pone en duda todo el plan, ya de por sí cuestionable desde el punto de vista ético.

Campo refugiados
Campo refugiados de Katsikas (Grecia). Fotografía: Habibi.Works

El jueves 8 de octubre, cuatro familias que fueron contactadas por el equipo de Habibi.Works, una ONG que se encuentra actualmente trabajando en terreno, han informado de que no ha habido distribución de productos sanitarios o comida por parte de la dirección del campo tras tres días de confinamiento estricto en los que los habitantes no pueden salir para hacer la compra para abastecerse de productos de primera necesidad. Estamos hablando, por tanto, de alrededor de 1.000 personas (número de refugiados que viven actualmente en el campo) que han sido privadas de acceso a productos básicos.

Estas medidas de confinamiento impuestas a las personas refugiadas deben ser altamente cuestionadas dado el contexto de la región. Mientras ellas no pueden salir a hacer la compra más básica, los y las residentes de las localidades cercanas tienen permiso para moverse libremente siempre y cuando cumplan con la regla del distanciamiento social, mascarillas y restricciones en cuanto al número de personas en las reuniones.

Estos últimos acontecimientos, junto con la ausencia de distribución de alimentos y otros productos de primera necesidad, han probado que el cierre absoluto del campo no es una solución adecuada. Realizar pruebas regularmente, especialmente a cualquiera que vaya a ser trasladado al campo, y permitir a las personas refugiadas abastecerse con los productos que necesitan en su vida diaria no sería sólo un enfoque más digno, sino además mucho más sostenible, eficaz y seguro.

Habibi.Works es una iniciativa de creación intercultural, educación, empoderamiento y encuentros para personas refugiadas y habitantes griegos en el norte de Grecia