La fotografía

Clase
Fotografía de Rosalind Chang / Unsplash

Lola Cabrillana (@de_infantil)

El viento que entra por la ventana ha permitido que la lluvia llegue hasta la mitad de la clase. Tengo que correr para que los alumnos no se mojen. Arrastro las sillas y las mesas buscando esos metros que necesito. Es imposible. La única solución pasa por cerrar.

Un alumno se frota sin descanso la mascarilla. Cuando la retira me doy cuenta que su madre ha dejado un rastro blanco en el intento de solucionar su problema. Se la quito y su pequeño rostro lleno de pequeños puntos rosáceos se alivian. Un sentimiento de culpa se pasea de forma continua entre el aula y mi cabeza.

La niña nueva no ha conseguido integrarse. Las mesas separadas y su timidez no favorecen la interacción. De vez en cuando me siento a su lado. Sabiendo que rompo las reglas me acerco, temerosa, ofreciéndole una sonrisa que nunca ve.

Hay un alumno que necesita un abrazo. Sus padres han perdido su negocio. Las llamadas continuas de atención me tambalean, me hacen sentir que no estoy lo cerca que debería. Mientras se come el bocadillo que de forma discreta he metido en su mochila, lo abrazo por detrás. Rompiendo las normas de separación que me acosan sin descanso.

El peor momento de la mañana es el recreo. Dos alumnas se han quitado la mascarilla para darse un beso. Me acerco, demasiado despacio, hasta que recuerdo que uno de sus padres está en el hospital ingresado. Entonces la prisa me puede y acelero el paso para separarlas.

Levanta su pequeña mano y me pregunta si se puede disfrazar de bruja. Este año no habrá fiesta de Halloween, una de las más esperadas. Ante mi negativa me dice que no pasa nada, que la hacemos otro día. El nudo se me queda en la garganta. A mí "otro día" me suena tan lejano...

La lluvia ha cesado. Abro la ventana y el viento sopla entre las hojas de los libros.

Un niño coge su chaqueta y se las pone en sus piernas. Me adelanto unos instantes al frío invierno y no encuentro soluciones.

Miro la fotografía y no puedo creerlo. Están sentados, en una celebración. Personalidades públicas. Al fondo los que llevan mascarilla son los camareros. La indignación se pega al cansancio acumulado, rebosando sentimientos poco gratos que salen por mis dedos a modo de tweet.

https://twitter.com/de_infantil/status/1321173178522152960?s=21

No soy capaz de entender. De tener un sentimiento de pertenencia a esta situación donde los ciudadanos intentamos, en pequeños pasos, renunciar a la normalidad.

Y mientras, otros, se hacen fotografías en fiestas, dentro de un toque de queda sordo, extraño, irreal.

Los maestros y maestras hay algo que nunca podemos olvidar. Tenemos que enseñar a nuestros alumnos y alumnas a empatizar. Quizás así cuando nos representen algún día sepan disfrutar de otra manera de la igualdad.

Lola Cabrillana (heterónimo) es maestra de educación especial y educación infantil. También es escritora y cuentacuentos. Puedes seguirla en su cuenta de Twitter, @de_infantil