Lo que esconde el voto obrero a la derecha

Derecha
Fotografía de Samantha Sophia / Unsplash

Álvaro Hervás (@AlvaroSoze)

  • Que una persona de clase obrera vote a la derecha denota más un fracaso del proyecto político de la izquierda que estupidez, aunque comúnmente se crea lo contrario 
  • Debemos abogar por tratar de conocer las motivaciones que empujan a las personas de clase obrera a votar a la derecha: nos necesitamos mutuamente para poder generar un cambio social que mejore nuestras condiciones

Con motivo de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y tomando como referencia la afirmación de Juan Barranco de que "no hay nada más tonto que un trabajador de derechas", se ha establecido esta corriente narrativa dentro del mundo de la izquierda a la hora de explicar los motivos de que la clase obrera estadounidense pudiera votar por Trump.

Esta narrativa no es exclusiva en el país americano, sino que también está presente frecuentemente en España. En redes sociales, en conversaciones, etc., es habitual escuchar frases despectivas en torno a que las personas que votan a partidos de derechas son poco más que analfabetas o directamente gilipollas.

Este "análisis" es un reduccionismo brutal. Se genera la idea de un sujeto colectivo que engloba a todas las personas que optan por una opción política conservadora y, con ello, se niega su capacidad de tomar decisiones y actuar en consecuencia. Esto supone negar todo un trasfondo respecto a aspectos culturales complejos afectados por un gran número de dimensiones interrelacionadas. Es una narrativa que contribuye a infantilizar y a simplificar los motivos por los que una persona puede sentirse atraída por un partido de derechas. Asimismo, implica una superioridad moral y un clasismo que invita a no reflexionar sobre aquello que se ha hecho mal desde la izquierda y a tirar balones fuera.

El electorado de derechas no es un grupo homogéneo y considerarlo así es un gran error

El electorado de derechas no es un grupo homogéneo y considerarlo así es un gran error. Para el imaginario colectivo de la izquierda es obvio que hay votos que se producen por interés de clase. Los partidos de derechas muestran posturas posicionadas hacia la mínima intervención estatal, la bajada de impuestos y crear legislaciones que favorezcan el poder de los monopolios, controlados por grandes empresas dispuestas a devorar a las pequeñas. Pero la clase alta se caracteriza por concentrar mucha riqueza en pocas manos y en un país como España, donde las desigualdades entre ricos y pobres han crecido de forma tan alarmante, es imposible que haya tantas personas que voten por interés de clase: tiene que haber personas obreras que también voten a la derecha. Por lo tanto, al quedar la clase alta excluida del idiotismo, indirectamente, esta narrativa se focaliza sobre la clase trabajadora.

Este discurso no tiene en cuenta muchos aspectos. Por ejemplo la extendida idea por las fuerzas históricas (iglesia, estado, familia, escuela y más recientemente medios de comunicación) de que fuera de este sistema socioeconómico sólo existe la barbarie. Por tanto, todas las ideas progresistas que puedan poner en juego el statu quo pueden quebrar el sistema.

También está la experiencia personal. En muchas ocasiones la clase obrera ha sido olvidada por el gobierno y las grandes empresas suponen empleos que sean la única opción de poder generar oportunidades de vida y si, además, tienes familia que depende de tu salario, una vivienda, etc., puedes recelar de medidas reguladoras que puedan poner en peligro tu empleo, aunque sea a coste de la precarización.

Aquí entra lo que Arlie Hochschild denomina "el ciclo del votante de derechas". La poca regulación genera que las empresas abusen, cuando el abuso es grande se produce la intervención del Estado en forma de legislación (mal y tarde), esta regulación puede influir en la vida de la persona (despido), esta influencia fomenta que la persona quiera menos regulación por lo que vota a la derecha y vuelta a comenzar el ciclo.

Además, está el cumplimiento de las normas. Si cometes una infracción es mucho más probable que te libres si perteneces a la clase alta o eres una gran empresa que si eres pobre. Wacquant expuso que esto es consecuencia del "liberalismo paternalista", puesto que el sistema es liberal y permisivo con el tramo superior y paternalista y autoritario con el tramo inferior. Si has sufrido este perjuicio es probable que te puedas sentir atraído/a hacia posturas en las que el control del Estado sea mínimo.

Una estrategia de los partidos de derechas es apegarse a alguna problemática social para lograr el voto de las personas aunque les suponga aceptar una política económica que les sea desfavorable: algo que ha sido explotado por el populismo xenófobo

También influye la estrategia de los partidos de derechas, ya que tienden a apegarse a alguna problemática social que sirva como cebo. Buscan, a través de ello, convencer a las personas que están a favor de estas causas para que les voten aunque suponga aceptar una política económica que les sea desfavorable. Este aspecto ha sido explotado incisivamente por el populismo xenófobo, como pudo mostrar el informe de la fundación por Causa "La Franquicia AntiMigración".

A pesar de estos ejemplos (aunque haya muchos más), desde el discurso de izquierdas, poco o nada se busca establecer una empatía para entender por qué hay personas de clase obrera que votan a la derecha. Toda la compresión se basa en esbozar dos conclusiones de manera mecánica: votan contra sus intereses de clase por estupidez o votan a la derecha porque son fachas.

No hay duda de que el fascismo está presente en la actualidad y que está en auge en nuestro país y también, que tenemos que luchar contra él enérgicamente y sin titubeos. Tampoco hay duda de la herencia franquista en las instituciones y en la oligarquía del país. Pero, cuesta creer que haya más de 10 millones de personas (votos recibidos por partidos de derechas en las últimas elecciones) que hayan votado por añoranza o anhelo de la dictadura fascista.

A esta conceptualización de toda persona votante de derecha como fascista ha contribuido significativamente la polarización política que estamos viviendo y que es fomentada, perpetuada y reproducida por los actores políticos y por los medios de comunicación principalmente. Por eso mismo, desde la izquierda se debería abogar por tratar de conocer las motivaciones que empujan a las personas de clase obrera a votar a la derecha. Buscar empatía no va a cambiar las convicciones propias pero sí ayudará enormemente a poder debatir sobre cualquier tema, una cualidad que toda democracia saludable debería poseer. Y en el contexto en el que estamos, un sistema que precariza a la clase obrera y niega oportunidades de vida, nos necesitamos mutuamente para poder generar un cambio social que mejore nuestras condiciones.