Hay que ser un héroe para ser francés

Héroe
Laye y Stéphane - @madame_cockish / Portavoz de Stéphane Ravacley

Ligia Berrocal (@ligiabe_)

  • Laye Fodé Traoré es un joven aprendiz de panadero cuyo jefe hizo huelga de hambre para impedir su deportación. Su historia es la de otras muchas personas cuyas vidas no deberían depender de una campaña viral o del apoyo de figuras públicas

Tener privilegios o ser la excepcionalidad en persona. Qué necesarios son esos dos conceptos para ser reconocido como ser humano cuando eres extranjero en Europa. Eso pensé cuando escuché hablar del caso del panadero de Besançon que arriesgó su vida para evitar la deportación de su aprendiz guineano, al cual el presidente francés le acabó concediendo la nacionalidad. Me pareció una historia fascinante, de esas que se ven en las películas, quizás un poco edulcorada de más con toques de tragicomedia francesa. Sin embargo, tras reflexionar un poco me di cuenta de que se trataba de algo mucho menos simpático y bastante serio.

Laye Fodé Traoré trabajaba junto a Stéphane Ravacley en ‘Huche à Pain’, un afamado negocio artesanal que Stéphane lleva adelante desde hace 22 años y donde Laye ejercía su formación profesional como panadero desde hacía uno y medio. El joven, que había llegado solo a Francia desde Guinea a los 16 años, llevaba una vida tranquila en la ciudad y esperaba diplomarse en junio. Al cumplir la mayoría de edad, solicitó un permiso de residencia —contando además con el contrato de prácticas en la panadería—; sin embargo, debido a una confusión en su documentación, recibió, para su asombro, la noticia de su inminente deportación a finales del pasado diciembre. Ante tal amenaza, Stéphane no se lo pensó dos veces y —aprovechando su condición de ciudadano francés— inició una campaña dirigida al presidente Emmanuel Macron para protestar contra la expulsión de su joven aprendiz, declarándose en huelga de hambre y llamando la atención de todo el país en contra de la injusta ley migratoria francesa.

Stephane hizo un buen uso de los medios de comunicación y la ola de solidaridad creció como la espuma. La campaña sumaba 200.000 firmas en la primera semana. En su cuenta de Instagram, retransmitía su ayuno día a día y compartía las palabras de Laye mientras esperaba una decisión sobre su futuro: "En ti he encontrado un mentor, una persona que ha sabido orientarme a la hora de formarme, tomar decisiones, en la ética profesional y en la manera de comportarnos como seres humanos en el mundo laboral, donde no siempre se es así. Gracias por tu profesionalidad y tu humanidad". Asimismo, Stéphane se mostraba indignado en los medios: "No podemos dejar que alguien tenga que volver a su país a los 18 años sólo por tener 18 años. Para eso, dejamos que el barco se hunda y miramos para otro lado. Soy un simple panadero, pero hay cosas que no entiendo. La empresa lo necesita, hicimos dos meses de prueba en la panadería y funcionó muy bien. Es una persona muy discreta, agradable y respetuosa".

Cuando debido a su huelga de hambre Stéphane ingresó en el hospital, el caso se volvió viral. Personalidades públicas como el eurodiputado socialista Raphaël Glucksman, la actriz Marion Cotillard o Omar Sy, protagonista de Intocable, se unieron en una carta abierta para reclamar al presidente francés "que no permitiese que un ciudadano francés pusiera en peligro su vida por defender los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que caracterizan a la República francesa" —sorprendentemente, en ningún momento de la campaña se mencionaba que Traoré también es una persona con derecho a vivir en Francia y que corría el enorme riesgo de perder el espacio vital que tanto esfuerzo le ha costado conseguir.

Tras esta intervención mediática, la regularización llegó en tiempo récord. En apenas cuatro días después de que Stéphane fuera hospitalizado, Traoré recibió el permiso de residencia que le habían denegado hacía apenas un mes. Sin duda es un desenlace para celebrar, ya que Laye continuará con su formación profesional y volverá a trabajar en la panadería con la posibilidad de quedarse en plantilla. No obstante, nos hace de nuevo preguntarnos, ¿hace falta ser excepcional o un héroe para tener derechos y poder construir una vida digna? ¿Ha sido Laye, en este caso, "salvado" por su protector blanco? La historia nos remite inevitablemente a antecedentes sonados como el de Mamoudou Gassama, joven maliense que, tras trepar por una fachada para rescatar a un bebé en París, recibió la nacionalización del mismo Macron, o casos recientes en España como el del pianista James Rhodes —no exento de polémica— o el de Gorgui Lamine, el joven senegalés que salvó la vida de un vecino de Alicante durante un incendio en diciembre de 2019.

La historia nos remite a casos como el de Mamoudou Gassama, joven que recibió la nacionalización tras trepar por una fachada para rescatar a un bebé en París, o el del pianista James Rhodes

Su historia es la de otras muchas personas cuyas vidas no deberían depender de una campaña viral o del apoyo de figuras públicas. Cuántos trabajos hay todavía tan indispensables como precarizados en los que no se cuidan los derechos de quienes los realizan. ¿No son heroínas las cuidadoras de nuestros mayores? ¿Las temporeras y temporeros que recogen nuestras fresas? Más aún durante la covid-19, cuando quienes realizan estas labores esenciales se ven sometidos a un altísimo riesgo, sin seguridad laboral, agradecimiento social ni derechos reconocidos de ningún tipo, viviendo en situaciones de extrema vulnerabilidad con miedo a ser expulsados en cualquier momento.

Casos como el de Laye Traoré deben dejar de ser una excepción y dar paso a una toma de conciencia seria y valiente por parte de los gobiernos de toda Europa. El debate sobre la regularización se impone de manera urgente para conseguir cambios tan efectivos como ventajosos para nuestras sociedades. Laye ejerce una profesión poco valorada entre los jóvenes, y a panaderos como Stéphane les cuesta trabajo encontrar personas que se quieran comprometer en el sector. "Cuando puse el anuncio para buscar aprendiz, solo se presentaron personas migrantes", afirmaba tras todo el revuelo mediático. No es casualidad, si tenemos en cuenta que este tipo de oficios implican un sacrificio notorio, con larguísimas jornadas que empiezan antes de que salga el sol.

La lucha sigue, como declara Stéphane en sus redes, por todas las personas que merecen llevar una vida digna y tranquila donde quieran, sin necesidad de cometer ningún acto heroico para desarrollar su existencia y cumplir sus anhelos.