Cómo las redes de tráfico de migrantes se adaptan a la pandemia

Traficantes
Patera. Fotografía: jonRo (CC BY-NC 2.0)

Ana González-Páramo (@AnaGonzalezPara) / Fundación porCausa

  • La pandemia no ha interrumpido los flujos migratorios, y los traficantes de migrantes han impulsado nuevas rutas o reabrierto algunas postergadas como la canaria

El 90% de las personas que cruzan las fronteras de la UE de manera irregular no lo hacen por su cuenta: lo hacen con la ayuda de traficantes, ya sea durante todo el viaje o parte del mismo (según datos de Europol). Con este punto de partida, la Comisión Europea prepara un nuevo plan de acción 2021-2025 contra el tráfico ilícito de migrantes, que pretende reforzar el intercambio de información operativa y la cooperación entre la UE y los Estados miembros. Su objetivo es investigar y enjuiciar estas redes criminales, tanto en el espacio interior de Schengen como en las lejanas fronteras avanzadas en estados de origen y tránsito migratorio. Sin embargo, ¿es esta medida una eficaz para luchar contra un fenómeno tan complejo y en el que hay tantos actores involucrados?

Las redes criminales, cada vez más violentas y organizadas

A pesar del poder prodigioso que se otorga al blindaje fronterizo, la interrupción de la movilidad humana a causa de la pandemia no interrumpió los flujos migratorios. Las traficantes de migrantes se espabilaron rápidamente impulsando nuevas rutas o reabriendo algunas postergadas como la canaria. Como detalla Europol, mientras las entradas aéreas salieron claramente perjudicadas, el Atlántico y el Mediterráneo Central se llenaron de pequeñas embarcaciones, al igual que los grandes ríos europeos o el Canal de la Mancha. Trenes y camiones atravesaban Europa con "mercancía humana" oculta en habitáculos sin luz ni aire, aprovechando su condición de servicios esenciales para franquear fronteras en el interior de un espacio Schengen asustado y confinado. Las redes se repartían el mapa: España, Grecia e Italia como puntos de entrada irregular y Francia, Alemania o Reino Unido como grandes hubs para movimientos secundarios.

Estas redes criminales están muy interconectadas, se infiltran en estructuras legales, gracias a tramas corruptas y de lavado de dinero, consolidando fuertes infraestructuras criminales. Son cada vez más violentas con sus víctimas, con los cuerpos de seguridad que las persiguen y con las redes rivales. Cada vez utilizan más intermediarios, aprovechando el anonimato que facilitan la tecnología y las redes. Crean asociaciones criminales para abaratar costes y maximizar beneficios en actividades relacionadas como el fraude de documentos, la trata de seres humanos u otros tráficos ilícitos.  Siempre ganan, normalmente cobrando por adelantado una parte a los migrantes por si perecen en el intento. Por ejemplo, para llegar a Canarias entre octubre y noviembre de 2020, el precio desde el sur de Marruecos, Mauritania, Senegal o Gambia rondaba los 500 euros antes de embarcar y hasta 1.800 euros una vez llegados a territorio español.

Los otros facilitadores: un fenómeno complejo y ausente en la toma de decisiones

Pero esta visión monolítica del fenómeno de la facilitación irregular es insuficiente e interesada según la investigadora Gabriella Sanchez. Obedecería a la rígida visión de la migración como un fenómeno securitario, y la consideración de la facilitación irregular como un universo inherentemente criminal y masculino. Sánchez apela a un análisis más fino, con perfiles más diversos, en los que figuran mujeres, jóvenes y niños. También redes locales que tratan de sobrevivir inventando y creando modos de vida dentro y fuera de Europa, en las trochas y veredas del camino migratorio. También apunta a una mayor autonomía de muchos migrantes que emprenden la migración como una empresa familiar o comunitaria. Sánchez aconseja para conocer mejor la realidad de este fenómeno, incluir la perspectiva de género, raza y clase en cualquier investigación sobre redes de tráfico o también tener en cuenta la opinión de investigadores de países terceros de origen y tránsito migratorio a la hora de sacar conclusiones.

Otro informe del Danish Institute for International Studies sobre el uso de la información por parte de los migrantes de África Occidental en su camino a Europa, señala, además de los traficantes, los abusos por parte de las diversas autoridades locales y nacionales que se encuentran los migrantes en la ruta. Extorsión, violencia física y sexual, racismo, detención ilegal o deportaciones forzosas son cometidos indistintamente por traficantes, policías, guardacostas y otras autoridades, especialmente en países como Libia o Níger.

El retrato monolítico de redes criminales de organización estilo mafioso debería por tanto ampliarse y diversificarse para comprender y luchar contra un fenómeno mucho más complejo, que criminaliza indirectamente a los migrantes y mantiene la impunidad de otros actores. En el fondo, como siempre, la ausencia de rutas legales y seguras que eviten todo este sufrimiento.