El complejo migratorio del presidente Sánchez

Pedro Sánchez durante su entrevistas el 28 de febrero en RTVE sobre la invasión de Ucrania
Pedro Sánchez entrevistado el 28 de febrero en RTVE sobre la invasión de Ucrania.

Lucila Rodríguez-Alarcón (@lularoal)

Ayer a las 22:00, en TVE entrevistaban al presidente Pedro Sánchez con motivo de la invasión rusa a Ucrania. Ahí Sánchez anunció una regularización extraordinaria de los ciudadanos ucranianos que se encuentran en nuestro país. Es la primera vez que el presidente anuncia a bombo y platillo una medida de este tipo pese a que el ministerio de Escrivá ha ido haciendo cambios en la regulación de extranjería que han abierto la puerta a regularizaciones extraordinarias sectoriales o de colectivos –la más reciente es la que afecta a los jóvenes extranjeros no acompañados–. Estas otras regularizaciones extraordinarias se camuflaron comunicativamente para evitar las polémicas y las críticas que principalmente vienen de la ultraderecha. 

Será porque no tiene costumbre de defender lo correcto, será por ese miedo que tiene a los discursos de la ultraderecha, que el presidente se ha hecho un lío a la hora de justificar esta regularización extraordinaria y se ha metido en un cenagal discursivo espantoso. Y, al final, la maravillosa noticia de la regularización extraordinaria de un grupo adicional de ciudadanos sin papeles se convierte en un discurso injustificable con toques xenófobos. 

El primer gran error ha sido introducir el tema usando el gancho de Ceuta y los eventos ocurridos el pasado mes de mayo. Después de asegurar que las relaciones entre España y Marruecos son inmejorables, ha pedido que no se compare lo que sucedió en Ceuta con lo que pasa en Ucrania. Sin duda, los asesores de Sánchez han tratado de adelantarse a los posibles miedos y críticas de la ultraderecha dejando claro que a los ucranianos sí pero a los africanos no. Y también ha intentado evitar el debate sobre si Marruecos es, o no es, una dictadura de la que sus habitantes tienen, o no tienen, el derecho de salir pidiendo asilo. El resultado es espantoso. Es xenófobo y perpetúa todos los mensajes de los ultraderechistas europeos y de la Franquicia antimigratoria en general. Y, recordemos que, aunque no hacemos más que hablar de las migraciones desde África, los africanos representan menos del 10% de los irregulares de nuestro país. 

Otro enorme error ha sido cómo ha explicado el presidente lo de la regularización: "tomar las medidas legales para que puedan vivir legalmente, trabajar legalmente y acceder a la educación, etc.". De nuevo, ¿a quién se dirige Sánchez? ¿Y en qué país vive? Por que en España, la educación y la salud son derechos universales, que no dependen de los papeles. La vida, por supuesto, tampoco. Lo que sí depende de los papeles es el respeto de los derechos, el acceso a la justicia, y aquí no se ha equivocado Sánchez, el acceso a los contratos laborales, con lo que implica esto en derechos y obligaciones. 

Finalmente, para rematar el tema, Sánchez ha afirmado que en España queremos mucho a los rusos. Entendiendo sus intenciones pero teniendo en cuenta que estaba hablando de regularizar a ucranianos, bien podía haber ido más allá expresando su cariño por todas aquellas nacionalidades que moran y enriquecen a nuestro país con su trabajo y sus impuestos indirectos pese a no tener papeles. Gentes que nos cuidan y a las que cuidamos, con las que nos encontramos en el colegio de nuestras hijas, que forman parte de nuestras comunidades y vienen en su gran mayoría de Latinoamérica, pero no solo. En España queremos mucho a esa gente pero, por razones oscuras, no parece que Sánchez quiera regularizarlas también, como ya hicieron Aznar o Zapatero

Desde que inició la legislatura parece que a Sánchez le da miedo hacer las cosas bien. Ya vale de tapar la información o de andar con giros ridículos, xenófobos y clasistas dando la razón a gente como Orbán, o Duda, presidente de Polonia, que están imponiendo una entrada selectiva de refugiados en base a su fenotipo. Basta ya de tonterías. La regularización extraordinaria no solo es una cuestión de derechos, es también una decisión inteligente y una necesidad socioeconómica. Basta de hablar de soberanía de las fronteras como si el sistema migratorio actual funcionara. Basta de bailarle el agua a la ultraderecha. Necesitamos líderes audaces y que se enorgullezcan de hacer las cosas bien.

Hace unos años, cuando Sánchez luchaba todavía por no acabar defenestrado, una persona de su entorno me preguntó que qué me parecía su proyecto. Le respondí que tenía que echarle más arrojo y presentar una alternativa realmente ilusionante, de izquierdas de verdad, inspiradora. Si me tomara ahora otro café con esa persona le diría que o Sánchez le empieza a echar un poco de coraje a la cosa, o ni siquiera va a dejar un legado. Podría empezar por quitarse ese complejo que tiene con los temas migratorios y apoyar una regularización extraordinaria del medio millón de personas que hay en este país, de las cuales más de 100.000 son menores. Con esta acción no solo saldría su nombre en los anales de historia, afianzaría el estado de derecho y mejoraría la economía gracias a los nuevos pagos de impuestos, sino que se igualarían el número de regularizaciones hechas por el PP y el PSOE. Por el momento el PP va ganando 5 a 4

Nota: Hay en marcha una iniciativa que está recogiendo más de 500.000 firmas para sacar adelante un proyecto de ley ciudadano, ILP, para llevar a cabo una regularización extraordinaria. Más información en www.esenciales.info