Por Said El Mrabet (@Elmrabetsaid)
Ejercer el periodismo en Marruecos no es nada fácil, especialmente en un ámbito tan sensible y transversal como las migraciones. Expresar estas dificultades sin meterse en un problema grave, tampoco. Said El Mrabet es periodista de investigación con una larga trayectoria en la cobertura de migraciones para medios como la BBC, AP y Televisión Española, entre otros. Con M de Migraciones reproduce el discurso que pronunció este viernes en Rabat durante el encuentro 'Miradas cruzadas entre España y Marruecos' organizado por la Red Marroquí de Periodistas de Migraciones.
"La prensa en Marruecos, más relacionada con los caprichos políticos que con la realidad, tiene una acción giratoria con esta última. El comienzo del reinado de Mohamed VI es prueba de ello, ya que este período fue testigo al principio de un boom de la prensa en Marruecos, que rápidamente volvió a una realidad más oscura que la de los ‘años de plomo’.
La política en Marruecos se ha agotado, vaciada de su contenido. La prensa se ha dispersado y muchos periódicos de partidos políticos han desaparecido. Los periodistas han entrado en caída libre en los brazos del Estado, con el que hoy conviven gracias a su ayuda, hasta que la mayoría de las producciones periodísticas se han convertido en imitaciones y ecos y defensas del discurso político oficial.
La prensa libre está atravesando muchas dificultades que debilitan el buen desarrollo de la práctica periodística en Marruecos. Muchos periodistas temen la suerte de Prometeo a manos de Zeus, como dice la mitología griega. El periodista marroquí Rachid Belghiti describe esta realidad diciendo que "el jefe de los consejos de redacción de los medios marroquíes es el miedo, o al menos la aprehensión, para los periodistas más valientes".
De hecho, existen una serie de restricciones estructurales, profesionales y legislativas que limitan la implementación del buen desempeño de la prensa en el país, sin mencionar las restricciones materiales, el miedo a los censores invisibles y la autocensura, entre otros problemas. Estos males acechan a la prensa marroquí de hoy, incluida, por supuesto, la que informa sobre migraciones, que no puede ser aislada de esta realidad.
El periodismo de migraciones es el periodismo de las grandes carreras, el periodismo de investigación y el reportaje, el periodismo que excava detrás de la verdad oculta tras los escombros de muchos detalles y las líneas rojas que se trazaron para vallar el trabajo periodístico en Marruecos. Tenemos ante nosotros un campo lleno de líneas multicolores. Encima está el problema de la libertad de expresión, que se ha convertido en un odioso coco frente a los periodistas, y el de la libertad de circulación, que se materializa en "pedir licencias fotográficas", uno de tantos mecanismos de control autoritario sobre los periodistas. Hay muchas otras licencias o requisitos no escritos que debe portar el periodista en Marruecos para circular y fotografiar en las "zonas fronterizas" en las que, según las autoridades, hacen falta "otras licencias", muchas veces denegadas. Cuando son concedidas, los periodistas son monitoreados y rastreados y las fuentes se ven obligadas a permanecer en silencio.
Las fuentes se encuentran ante un dilema. Las hay que esgrimen una disculpa suave, mientras otras se evaporan como el agua bajo el calor del miedo. Todas son respetables, porque proteger la fuente es más importante que la noticia y el material en sí.
Frente a todo ello, además de técnicas periodísticas, ética profesional y respeto a los derechos humanos, el periodista que ejerce en Marruecos necesita armarse de astucia. Recurrimos a lo que se puede calificar como "mentira piadosa" para enfrentar esta negra realidad: tenemos que mentir para no revelar el motivo de nuestra presencia en las zonas fronterizas, conocidas como "áreas de inmigración". Nos vemos obligados cegar las noticias de nombres y lugares. Para proteger a las fuentes y evitar que sean arrestadas o deportadas, debemos armarnos con habilidades psíquicas sobrehumanas. Esa es la única forma de evitar el miedo a represalias posterior a la publicación cuando cruzamos alguna de las líneas rojas que establece el poder.
Una de las paradojas de hacer periodismo de migraciones en Marruecos es el trato discreto de las autoridades con los grandes medios extranjeros, que tienen mayor preferencia que los medios nacionales y que los periodistas independientes. Podemos ver un ejemplo en la tragedia en la frontera entre Nador y Melilla el pasado 24 de junio. Vimos la libertad de trabajo de los medios extranjeros, al mismo tiempo que las autoridades impedían hacer periodismo a los periodistas locales independientes. Hemos visto las facilidades a los medios cercanos a las autoridades, en contraste con los obstáculos puestos a los periodistas independientes. Los gobiernos tienden a impedir que las personas sepan la verdad.
El problema de los periodistas que cubren migraciones y asilo en Marruecos no está desligado de la realidad periodística del país. Dentro de esta realidad, es imposible encontrar un trato hacia las personas migrantes como seres humanos, con sus propias razones e historias. Son personas que buscan una vida mejor, o que huyen de la violencia y de las guerras, o que tratan de alejarse de las dictaduras y democracias fallidas de África. Por eso, en el periodismo de migraciones tenemos que hacer una cobertura completa.
Las personas que migran no son sólo números estadísticos. Cada una porta su propia historia humana y es nuestro deber documentarlo. El periodista es el "historiador del momento", tal y como decía el pensador marroquí Abdallah Laroui. Por eso es tan importante contar con coberturas integrales que comprendan y expliquen el aspecto humano. Si reducimos al migrante a su condición de número, de estado o de móvil, nos perdemos gran parte de la historia.
Para no perder este importante aspecto, el periodista o "historiador del momento" en Marruecos debe convertirse en una especie de Homero y asumir su propia Odisea. A veces eso implica dejar atrás tu propio país y no poder regresar nunca. Muchos prefieren convertirse en portavoces del poder, reproducir sus políticas y comunicaciones, personificando al personaje de Fausto de Johann Goethe, que vendió su alma al diablo, y terminó siendo víctima de su astucia.
En mi opinión, al cubrir migraciones debemos ser testigos de la memoria para que no muera en el tiempo, desafiar el desenfreno de la verdad, movernos con ella desde las cobardes bahías del silencio hasta las bocas de los mares de la audaz palabra. Somos plenamente conscientes de que un periodista en general y un especialista en migración y asilo en particular no debe tomar partido por otra cosa que no sea la verdad. La necesidad de nuestro papel radica en desmantelar las violaciones de derechos que sufre este colectivo vulnerable y denunciar a quienes los violan.
Para informar con neutralidad e independencia bajo regímenes no democráticos tenemos que unirnos, sin caer en trampas de quienes están al servicio de una agenda específica o de un grupo político. Periodista comprometido es el que no tiene como fiel amigo más que el derecho a la información, el luchador legendario que no se pone ningún palo sobre los hombros, y el eterno cazador de la verdad, alejado de quienes regurgitan comunicados oficiales, dejando al caballo de la verdad y el profesionalismo solo masticando su brida.
La prensa debe ser crítica y enriquecer la esfera pública con información y discusiones profundas sobre migraciones, leyes y acuerdos internacionales que el Estado ha ratificado, y debe pedir rendición de cuentas para que esas leyes y acuerdos sean implementados y respetados.
Hoy en Marruecos no se habla de migraciones. Son muy pocos los que pueden informar al respecto y sus voces apenas se escuchan. Están desaparecidos a la fuerza, y la inmensa mayoría protagonizan la propaganda oficial, que les exige lealtad y partidismo ciego a cambio de apoyo público o de "tranquilidad" lejos del miedo.
Colegas periodistas, donde quiera que estéis, os digo: somos testigos de las tragedias, somos los mensajeros y los intérpretes de la verdad. Sigamos encontrándonos, tendiendo puentes, sin caer en el individualismo ni ante la fachada de la oscuridad del silencio. Trabajemos y no olvidemos a otros colegas periodistas que se parecen a nosotros, y que en silencio, como nosotros, se dejan el corazón con la tinta del periodismo de la verdad".
Comentarios
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