Ayer, mientras me preparaba para salir, sentí de nuevo esa sensación de estar haciendo algo importante. Mi teléfono estaba desbordado de mensajes de personas conocidas que como yo se dirigían a diferentes puntos de Madrid para participar en la manifestación en favor de la sanidad pública. Hacía mucho tiempo que la ciudadanía de esta ciudad no se unía y salía a las calles de forma tan masiva por algo.
La manifestación fue preciosa. La diversidad de la gente, en edades y aspectos, era acogedora, todas nos sentíamos parte legítima de lo que estaba pasando. En los metros, en las terrazas, la gente coreaba de forma espontánea "sanidad pública" entre aplausos y sonrisas. Sin duda necesitábamos salir a las calles juntas, encontradas, para lanzar un mensaje claro no solo a Ayuso, sino, además, a todos los partidos: "Somos mucho mejores de lo que nos hacéis creer, somos una sociedad generosa y diversa y queremos que nos tratéis con respeto y que cuidéis lo que nos pertenece, los servicios públicos". Ayer fue también un homenaje a toda la labor que ha hecho durante los tres últimos años un personal sanitario maltratado por la Comunidad de Madrid. Un reconocimiento público que por fin hemos sido capaces de hacerles de forma masiva. No compensará el sufrimiento y las pérdidas pero sí que ayudarán a seguir adelante.
Lo que sucedió el domingo fue mucho más que una gran manifestación. Después de años de silencio ayer nos rompimos en un clamor colectivo y volvimos a creer en la fuerza de la movilización en comunidad. En lugar de unirnos a través del odio, nos unimos a través de un amor constructivo por un derecho universal como es la salud. Nos volvimos a indignar y lo gozamos. Las sonrisas se contagiaron y, la esperanza en que podemos aspirar a mucho más de lo que tenemos, ha vuelto. Ahora solo tenemos que ser capaces de interpretar lo que ha sucedido de la forma adecuada y catalizarlo de un modo constructivo. No podemos permitir que lo que sucedió ayer no tenga más consecuencia que elevar nuestro espíritu, tenemos que seguir apoyando al personal sanitario en su lucha por poder ejercer su trabajo. Tenemos que seguir indignándonos y expresándonos en el espacio público demostrando una vez más que somos una sociedad que aspira a mucho más de los que nos están ofreciendo los políticos que gobiernan y que aspiran a hacerlo.
"Yo os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es preciso. Cuando alguna cosa os indigna como yo he sido indignado por el nazismo, entonces llegamos a ser militantes, fuertes y comprometidos. Nos unimos a esta corriente de la historia, y la gran corriente de la historia debe seguirse gracias a cada uno. Y esta corriente va hacia más justicia, más libertad, pero no esta libertad incontrolada del zorro en el gallinero. Estos derechos, que la Declaración Universal escribió en el programa en 1948, son universales. Si conocéis a alguien que no los goce, ayudadle a conquistarlos."
Extracto de ¡Indignaos! de Stephan Hessel
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