La ventana de Overton y las migraciones

La ventana de Overton y las migraciones
Una persona habla por un micrófono en una concentración para exigir la regularización de todas las personas migrantes en situación administrativa irregular, a 19 de febrero de 2022, en Madrid (España). Alejandro Martínez Vélez / Europa Press. 19/2/2022

La ventana de Overton es un concepto que se entiende muy bien cuando te lo explica César Astudillo usando esta viñeta de Calvin and Hobbes:

Calvin and Hobbes por Bill Watterson (Diciembre 1985)
Calvin and Hobbes por Bill Watterson (Diciembre 1985)

La ventana de Overton es lo que el público, es decir las audiencias, están dispuestas a aceptar dentro de una idea, en principio, aplicada a un marco político. Primero pasas por aceptar una idea y, dentro de ese marco, un desarrollo político. Para que las audiencias acepten cambios innovadores, tenemos que ampliar la ventana. Y cómo se ve en la viñeta de Calvin and Hobbs, si en el debate público incluimos cosas inaceptables estiramos la ventana y podemos llegar a hacer pasar por aceptable algo antes considerado como radical o incluso impensable. 

En el caso de las migraciones se ve como la ventana de Overton se ha ido estirando a base de golpear nuestro debate público con conceptos extremadamente racistas, xenófobos y con noticias sobre hechos dramáticos que quedan sin resolver. Cada vez que un personaje público sugiere, por ejemplo, que los migrantes que mueren intentando llegar a nuestros países son culpables de su muerte por intentar venir sin papeles está estirando la ventana de Overton. Los migrantes mueren como resultado de acciones de nuestras fuerzas de seguridad dirigidas a evitar su movimiento, incluso aun pudiendo provocar su muerte. 

Así llega un momento en el que la opinión pública acaba aceptando como inevitable una masacre como la ocurrida hace 9 meses en Melilla donde decenas de chavales jóvenes murieron debido a la gestión inhumana ejercida por las fuerzas de seguridad de ambos países, España y Marruecos. 

Igual sucede con las muertes en el mar, que se han normalizado. El otro día me recordaba Sonia Ros de Stop Mare Mortum que la organización se creó en 2015 después de que naufragara un barco en el Mediterráneo causando la muerte de casi mil personas. ¡¡Mil personas!! Ya no lo recordaba. Hace poco murieron 74 personas en las costas de Calabria, 30 de ellos niños y la última persona hallada muerta era una niñita de 5 años. Hace 8 años que tuvo lugar la muerte del niño Aylan Kurdi. Y en estos 8 años se ha abierto la ventana de Overton, se ha legislado y gobernado opacamente desarrollando cada vez más una industria del control migratorio y permitiendo que siga habiendo abusos y muertes en el cruce de fronteras. Cada vez hay más dinero dedicado a la frontera sur de Europa y cada vez es más flagrante y descarada la acción política que la patrocina. Ayer se hacía público el último informe de la ONU en el que se advertía que en Libia se tortura y se esclaviza a los migrantes que atraviesan ese territorio. El primer informe al respecto que yo recuerde data de 2017, fue la primera que escribí sobre ello. Volví a escribir sobre este tema en 2019. Ahora de nuevo un tremendo informe lleno de imágenes espeluznantes donde guardacostas libios, financiados con nuestro dinero público europeo, disparan sobre los migrantes que intentan huir de sus costas. 

Cuán perverso es el sistema y cuán dañina es la narrativa imperante y que poco conscientes somos de ello. Se vive la búsqueda permanente de la inmediatez y se busca corregir lo que se estima que afecta exclusivamente al entorno más directo. Y esa condición se usa por intereses partidistas que no miran más allá. Sin embargo, cuando permitimos que se maltrate impunemente a unas personas, estamos abriendo la puerta a que ese maltrato se extienda sobre el resto. No existen los derechos para unas pocas, somos todas o ninguna. Igualmente, una sociedad justa y generosa ofrece a las personas que la habitan más satisfacción y más seguridad. El bienestar cuanto más amplio, más durable y más seguro. 

Todo esto y más dijimos ayer debatiendo con Gonzalo Fanjul y la periodista Eileen Truax en los ciclos de conferencias de Caixaforum sobre migraciones en los que ha quedado claro que migrar es inherente al ser humano y es intrínsecamente bueno económica y socialmente para las sociedades de salida y de destino. Pero hay que sustituir esas narrativas cortoplacistas que nos confunden. Por eso no me cansaré de decirles, infórmense y difundan. Solo así podremos construir un mundo mejor para todas, evitando la impunidad y la mentira. Amén.