El retrato de las mujeres que sobreviven a los campos de fresa

Temporeras de la fresa
Temporeras en un campo de Huelva. Fotografía de Pablo Tosco

Clara Pino (@ClarisJoplin)

  • Un colectivo de periodistas narra las condiciones de las trabajadoras temporeras en Huelva a raíz de las denuncias de algunas de ellas por abusos laborales y sexuales
  • El resultado es la exposición "Sobrevivir a los campos de fresa", que podrá verse desde el 8 de noviembre en el Centro Cultural de la Alcazaba, dentro del IV Congreso de Periodismo de Migraciones en Mérida

Entre 14.000 y 19.000 al año mujeres viajan desde las zonas rurales de Marruecos para la recogida de la fruta en primavera. Cruzan un mar, dos continentes y dos países para llegar hasta el sur de España y trabajar durante tres meses en la recolecta de la fresa. Viajan con promesas muchas veces ficticias, por las que las empresas les aseguran viviendas confortables, agua caliente y electricidad para habitar cerca de los campos donde trabajarán. Al llegar, las condiciones son muy diferentes y esa habitabilidad desaparece: espacios minúsculos para dos personas compartidos hasta con ocho mujeres, sin agua ni electricidad en muchas ocasiones.

Durante 2018 y 2019 varias mujeres temporeras denunciaron a dos empresas de Huelva por impagos, malas condiciones laborales, abusos y agresiones sexuales. Las denuncias y las condiciones en los campos de fresa fueron los motores por los que los periodistas María Altimira, Quique Badia y David Meseguer y el fotógrafo Pablo Tosco ahondaron durante un año y medio en la realidad de las mujeres que trabajan en la recogida de la fresa. Así, elaboraron una exposición de más de 20 fotografías que formarán parte del IV Congreso de Periodismo de Mérida.

"Si quieres 50 personas necesitas 50 contratos. Los contratos están ahí, pero, ¿quién mira las condiciones?", se cuestiona el fotógrafo Pablo Tosco. Existe un convenio -conocido como Contratación en Origen- entre España y la Oficina Nacional de Empleo Marroquí (ANAPEC) que facilita contratos temporales a las trabajadoras durante los meses de recogida. "Este marco promete la legalidad y ofrece generar un flujo migratorio, pero hemos observado que la connivencia entre empresas, policía e inspección a veces se salta la norma", explica Pablo Tosco.

Temporeras de la fresa
Fotografía de Pablo Tosco

La denuncia de varias mujeres visibilizan la realidad en la que las temporeras viven y trabajan año tras año. El proyecto del colectivo de periodistas, financiado gracias a una beca de Devreporter, no solo se centra en la actividad dentro de los campos, sino que relata el infinito viaje desde las zonas rurales de Marruecos. Un trabajo por dos continentes para el que recorrieron junto a Fátima su viaje desde Rabat hasta cruzar el estrecho y llegar a los campos de Huelva. Aunque la empresa cubre el coste del viaje en barco de las trabajadoras, el resto del trayecto y los visados son financiados por ellas mismas. Esto supone un desembolso que hace que estas mujeres lleguen sin dinero a su destino.

El trabajo recoge un aumento del número de abortos e intervenciones ginecológicas durante la temporada de recogida de fresas en la Provincia de Huelva, datos que indican abusos y el sometimiento de mujeres a ejercer la prostitución. La falta de derechos laborales propicia los abusos sexuales debido a la desprotección que sufren estas mujeres.

 

Además, el contrato temporal de las trabajadoras incluye habitualmente dos consultas médicas, una al llegar y otra previa a volver a Marruecos. "Una visita que dura un minuto y medio y sin traductor", denuncia Pablo Tosco. En ese espacio de tiempo es difícil que las trabajadoras sean informadas sobre todos los efectos nocivos para la salud que tiene no utilizar protección frente a los químicos que contienen los fertilizantes que se utilizan en los campos. Como se recoge en la investigación de la exposición, algunas mujeres atestiguan que no recibieron equipo de protección necesario para realizar su trabajo: ni guantes, ni mascarillas, ni acceso a médicos.

Uno de los casos denunciados, con el apoyo del  grupo autoorganizado Jornaleras en Lucha, es el de Drisiya. Tras una jornada de trabajo agotadora, Drisiya, sufrió un ictus isquémico que le impidió levantarse de la cama. Una afección tan grave que si no se trata a tiempo puede llevar a la muerte. A día de hoy, Drisiya no puede caminar ni hablar con normalidad. Denunciar su caso tuvo consecuencias: Drisiya fue deportada a Marruecos sin dinero y sin recibir la atención médica que necesitaba.

El retrato de las mujeres que sobreviven a los campos de fresa
Fotografía de Pablo Tosco

Además del caso de Drisiya, la exposición recoge una serie de retratos de más mujeres que han denunciado a las empresas. Empresas de venta al por mayor que proveen de fruta a grandes supermercados, como Doñana 1998 o Fresón de Palos, han sido denunciadas por ciertas organizaciones desde 2018 por permitir reiterados abusos. Las primeras denuncias surgieron mediante un trabajo del medio alemán Correctiv, quienes recogían los hechos que sirvieron como base para realizar las denuncias. Aun así, Tosco recalca la importancia de que no todas las empresas permiten esta violencia laboral aunque, define, las condiciones laborales "dependen de la honestidad del empresario".

La exposición "Sobrevivir a los campos de fresa", que llega por primera vez a Extremadura, pretende abrir un camino para que el resto de trabajadoras sometidas a los abusos que ocurren en los campos de Huelva tengan un amparo legal. De esta manera, los retratos de la situación de Drisiya o Fátima esperan visibilizar una realidad que miles de mujeres sufren en España y que aquello que gira en torno a la recogida de la fresa no se olvide.