Ni son bandas latinas ni lo que hace falta es más policía

Ni son bandas latinas ni lo que hace falta es más policía
Imagen de 'Barrio', película de Fernando León de Aranoa

Lucila Rodríguez-Alarcón (@lularoal)

  • A la narrativa xenófoba se une la propuesta de aumentar los efectivos policiales. Pero la realidad es que quienes están desatendidos son los jóvenes a quienes la ciudad y la Comunidad les están fallando.
  • Uno de cada dos jóvenes sufren algún tipo de trastorno psicológico, y a esto se suma la escasez de recursos dedicados a la educación pública, el empleo juvenil o espacios comunitarios

Este fue un fin de semana negro para Madrid. Hacía mucho tiempo que no se registraban incidentes tan violentos implicando a gente tan joven. El horrible asesinato de un menor en plena calle Atocha, a una hora de máxima concurrencia, es la punta de lanza. Los medios de comunicación se han volcado en cubrir lo sucedido –que era imposible de ignorar–; sin embargo, como viene siendo habitual, la narrativa no ha sido la misma en todos lados. Los medios más escorados a la derecha, como La Razón, Ell Mundo o ABC, y los más amarillos, como El Español e incluso RTVE, han hablado de un problema de "bandas latinas" citando fuentes policiales. Sin embargo, las fuentes de la Delegación del Gobierno que pude consultar señalan que las bandas potencialmente implicadas en los altercados están conformadas en su práctica totalidad por jóvenes nacidos en España. Por lo tanto, lo correcto sería hablar de bandas juveniles, como hacen muchos medios más rigurosos.

Dentro de la esfera política madrileña llevamos unos meses con este tema, desde que una secta de origen brasileño denominada Centro de Ayuda Cristiano sacara un informe lleno de falsedades, publicado sin contrastar por la Agencia EFE, en el que se apuntaba que había aumentado el número de pandilleros en las bandas latinas. Esta información fue desmentida por la Delegación del Gobierno, que presentó un informe oficial al que tuvimos acceso y en el que se explicaba que no se trataba ya de bandas latinas, sino de bandas juveniles que apenas contaban con 400 jóvenes, en su mayoría españoles. Pero el tema escaló, siendo utilizado de forma partidista por Vox para alimentar su discurso xenófobo. El PP, encabezado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, se sumó al carro de la ultraderecha para arremeter contra el Gobierno de España y pedir más efectivos policiales. Lo acontecido reabre este debate sesgado y de nuevo aflora el discurso xenofobo populista de Vox, que lleva dos días pidiendo que deporten inmediatamente a los ‘jóvenes criminales latinos’ a sus países. Y esta vez el PP, a través de las declaraciones de Íñigo Henríquez de Luna, se suma sin fisuras al discurso aún a sabiendas de que la información que están manejando es falsa.

Narrativamente todo esto es muy grave. El hecho de relacionar criminalidad con una comunidad migrante de un origen concreto es peligrosísimo, puesto que puede dar lugar a un repunte de la xenofobia contra un colectivo muy específico que lleva años absolutamente integrado en nuestro país. Todo esto llega justo después de los debates de Eurovisión en los que por desgracia afloró de nuevo la narrativa latinofóbica. Nos encontramos en plena época preelectoral, a menos de dos años de que se convoquen elecciones, y esto es una prueba, un globo sonda, para ver si el discurso funciona o no. Por desgracia parece que sí funciona, entre otras cosas por el apoyo sin fisuras que le están otorgando varios medios.

Al tema de la narrativa xenófoba se une el de las soluciones que se están proponiendo para resolver este problema de las bandas. La presidenta madrileña acusa al Gobierno central de desatender la ciudad y pide más efectivos policiales. Pero la realidad es que quienes están desatendidos son los jóvenes de Madrid a los que la ciudad y la Comunidad están fallando de una forma estrepitosa. Los datos de salud mental relativos a la juventud no engañan: uno de cada dos jóvenes sufren algún tipo de trastorno psicológico fuerte relacionado con procesos de ansiedad. Las autoridades madrileñas lo saben, pero no ha habido un incremento de atención pública para estos jóvenes, creando una brecha de desigualdad insuperable en términos de salud mental, pues las familias con menos recursos no podrán posiblemente costear un tratamiento psicológico y psiquiátrico adecuado a sus niños. A esto se suma la escasez de recursos dedicados a la educación pública, donde el nivel de abandono escolar se ha disparado. Tampoco ha habido un plan de choque para favorecer el empleo juvenil, sobre todo el de aquella juventud más vulnerable. No hay planes de asistencia social para seguir los casos más complicados de inadaptación y delincuencia. También andamos escasísimos en la ciudad de espacios comunitarios para jóvenes y de propuestas deportivas gratuitas para ellos, por ejemplo. El informe sobre bandas de la Delegación del Gobierno asegura que la edad media de los menores cada vez es más baja, descendiendo hasta los 12 años. ¿De verdad alguien puede creer que este tema se va a resolver con más efectivos policiales?

Hay que defender a la infancia y a la juventud, procurándoles opciones alternativas, relatos inspiradores y espacios comunitarios.

En el plano narrativo las soluciones son claras. El bienestar superior del menor debe ser aplicado en todos los casos a todos los menores que tenemos en nuestro territorio. Hay que defender a la infancia y a la juventud, procurándoles opciones alternativas, relatos inspiradores y espacios comunitarios. Se debe de castigar con la indiferencia y el vacío mediático, el uso partidista de conceptos que pueden dar lugar a xenofobia. Se deben llenar los espacios de debate de opciones, utopías e historias de éxito.

Si consiguieras avanzar en el plano narrativo y recuperar el liderazgo del discurso público, entonces, quizás, tendríamos alguna opción en el plano político. No hay que dejarlo pasar. Las elecciones están a la vuelta de la esquina y, como siempre, nos jugamos muchísimo, nada menos que el futuro de la juventud en España, entre otras cosas.

AVISO ACLARATORIO
Esta noticia ha sido objeto de rectificación a solicitud de la Comunidad Cristina del Espíritu Santo